Tras el juego de las últimas semanas sobre Vikram y el Vetal, creo que lo suyo es que comente un poco de dónde viene todo esto, cómo me lo encontré y los motivos del juego. Si alguien no lo ha hecho aún, le recomiendo que comience por lo que es el relato:
Vikram y el Vetal: parte 1, parte 2, parte 3, parte 4.
Y ahora, al lío.
El origen de la historia
Los «veinticinco cuentos de Vikram y el Vetal» forman parte de la tradición oral de la india, por lo que es difícil de datar su origen. Pero se sabe que ya se contaban en el siglo V. Ahí es nada.
En los últimos mil años han tenido montones de versiones (por ese motivo, me he sentido con derecho a hacer la mía propia, un poco como si esto fuera «código libre«). La más antigua es una anónima, en sánscrito, del siglo XI y que forman parte de un compendio mayor: el Kathá-sarit-ságara («El océano de ríos de leyendas»). Después, entre el siglo XI y el XIV hicieron otras versiones autores clásicos, de los que poco se sabe, como Sivadasa o Jambhaladatta (una de las versiones más accesibles es esta traducción de Emeneau)
Posteriormente se escribieron variaciones en hindi, e incluso una -bastante libre, por lo que cuentan– llamada «Vikram y el Vampiro» del colono sir Richard Francis Burton. El mismo que tradujo al inglés «Las mil y una noches» o el «Kama Sutra«. Una de las últimas adaptaciones se realizó en los ochenta para una serie de televisión india de la que la gente, viendo la puntuación que le dan, debe guardar muy buen recuerdo. Aunque cuando uno ve las imágenes… La verdad es que parece cualquier cosa. :D
Por lo visto, ni el número ni el contenido de los adivinanzas es constante en todos los casos. Lo único que se mantiene es que la última de las historias del vetal, al acertijo «irresoluble» de los niños, es el último de todos ellos.
A todo esto… ¿cuál es la respuesta?
Lo digo más tarde… ;)
Lo que me choca de todo esto, es que con la inmensa cantidad de versiones que hay (por ejemplo, en francés), con todo su peso histórico, y con lo entretenida que es, sea casi una desconocida en nuestro idioma. Yo, al menos, ni buscando de manera muy activa he encontrado siquiera una traducción completa al castellano.
Entonces, ¿de dónde la he sacado?
Cómo me la encontré yo (o «cuando fui Vikram»)
La primera vez que me topé con esta historia se llamaba «El rey y el demonio necrófago» y estaba incluido un libro que me influyó poderosamente allá por mis 19 ó 20 años. Se trataba de «Más allá del héroe« de Allan Chinen. Una especie de libro de autoayuda (aunque entonces ni siquiera sabía que existía el género) y que era, principalmente, una reflexión acerca de la «crisis masculina» de la mediana edad. Sí a mí la crisis de la mediana edad a mí me pilló joven… :D
Partiendo de diferentes relatos clásicos de las más diversas épocas y lugares, se ponían en cuestión los modelos masculinos heroicos, fuertes y valientes que han ido asociados al patriarcado desde tiempo inmemorial. En contraposición, se presentaban relatos muy distintos, relatos de «tramposos«, con el fin de encontrar otros formas de de masculinidad más vinculadas a las emociones, la vulnerabilidad, la astucia, la no-imposición o la tolerancia a la ambigüedad.
El cuento que más me gustó, con diferencia, era éste.
Para empezar, molan mucho las historias y los acertijos, los planteamientos y pruebas sorprendentes que tiene. De alguna manera, me parecieron distintos a todos los que había conocido antes. Y todo ello embebido en un juego con unas normas, de lo más peculiares: «Si sabes la respuesta y no hablas, morirás. Pero si hablas, volaré de nuevo hasta mi árbol«.
Es un juego muy raro, sí, éste del vetal.
Porque, en la literatura occidental, tenemos acertijos célebres (como el de Edipo y la Esfinge o, más recientemente, los de Gollum y Bilbo) pero la diferencia es que en ellos hay una única respuesta válida que es la que hay que acertar. Vuelven a ser acertijos en los que se impone una inteligencia sobre la otra. Otra forma de combate. Pero aquí no. Porque el fondo de este relato, como algunos de los que habéis jugado conmigo habréis entendido ya, es precisamente el de aprender-a-no-saber. A no tener la respuesta. A reconocer la propia ignorancia.
Lo que le está enseñando el vetal al rey tan listo y valiente es a no saber tanto. ¿Son importantes las respuestas de Vikram? En mi opinión, no. Lo importante es que él cree saberlas y que eso, por alguna razón, al demonio le hace mucha gracia. En los cuentos que he contado le está preguntando sobre con quién debería casarse una mujer resucitada. Y en el segundo qué le lleva a un hombre a reír o a llorar. Un Vikram más humilde podría haber contestado sencillamente: «¿Y yo qué sé? Es cosa suya».
Pero no, Vikram cree que puede llegar a una respuesta. Que existe una única respuesta correcta. Y a la que él puede llegar. Vaya con Vikram, qué alejado comienza de lo que tienen que aprender esa noche.
Por eso hace falta llegar a ese acertijo… «irresoluble». ¿Cierto?
Bueno, en realidad, lo que ocurre es que la respuesta se aleja de la lógica normal.
Sobre esta experiencia (o «cuando fui el vetal»)
A mí me dio para reflexionar mucho en su momento. Por eso decidí plantear este juego. Y además, hacerlo como un «juego abierto» (de esos sin normatividad, de los que hablé una vez).
Me lo he pasado como un enano con vosotros al ver que habéis entrado en el ajo y habéis lanzado respuestas o, incluso, habéis tratado los acertijos, por ejemplo, con alumnos vuestros. No es sorprendente que la mayoría de involucrados se haya esforzado por encontrar la respuesta «correcta». Ni siquiera que la respuesta «correcta» se haya asimilado a la que da el rey Vikram. De alguna manera, tendemos a interpretar este tipo de juegos como «juegos cerrados«.
En cierto modo, se puede decir que estabais jugando engañados. Pero, cuidado, porque el vetal no es quien os ha engañado. ¿En qué momento dijo que la respuesta correcta era la que daba Vikram? ¿En qué momento dijo que hubiera una respuesta correcta? ¿O acaso un premio?
El vetal sólo dijo que no se podía saber la respuesta y no decirla. Y a partir de ahí, dejó que cada cual se engañara a sí mismo según sus propias presuposiciones.
Pero, amigos, Vikram está en su propio camino hacia el reconocimiento de sus limitaciones. Y cada uno desaprende a su manera.
Yo os saludo.
Ahora, como creo que es lo justo para con Vikram -y tampoco creo astuto llevar la contraria al mismísimo Shiva-, habría que difundir estos relatos, ¿no os parece?
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¡Y por eso ahora los contarás tú!
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Si después de leer todo esto, todavía queréis saber la respuesta (¡y claro que querréis la mayoría! ;) ). Lo que ocurre es que, según cuál sea el criterio (maternofilial o paternofilial) que sigas, resulta que cada uno de los niños es hermano de uno de los padres del otro. De manera que ambos niños son simultáneamente tios y sobrinos del otro. ¡Vaya tela!
Lo que le está enseñando el vetal al rey tan listo y valiente es A NO SABER TANTO. ¿Son importantes las respuestas de Vikram? En mi opinión, no. Lo importante es que él cree saberlas y que eso, por alguna razón, al demonio le hace mucha gracia.
….
ME ENCANTA.
Bueno… pues ya tienes para volver locos a tu alumnos. :D
Además, entre los links puedes encontrar todo el resto de acertijos. (En inglés, eso sí…)
No saber tanto… Fabuloso.
Agudo y escurridizo como de costumbre, me ha encantado esta colección de posts, BRAVO!!
La cosa es que desde el principio me resultaba todo muy familiar y el tercer relato fue un déjà vu gordísimo… Así que le he pasado el enlace a una compañera de colegio que era un ratonín de biblioteca y tiene una memoria prodigiosa a ver si a ella también le suena y me puede decir de qué!
Me alegro, Cova! :)
Muy interesante lo que dices de tu compañera del cole. Si realmente llegas a encontrar algo parecido a una traducción al castellano de esto no dejes de comentármelo. No me puedo creer que estas proto-1001noches no esté en el segundo o tercer idioma más extendido de la tierra…
Yo, por lo pronto, espero que durante esta semana me llegue esto:
http://www.amazon.es/dp/0140455191/ref=pe_386191_37038281_TE_3p_dp_1
Un abrazo!
Tienes una tilde en el artículo «El» en un párrafo cerca del final que me está haciendo daño :) (y eso que lo he leído esta mañana y no me había dado cuenta)
Corregido, ¡gracias! La verdad es que no lo he hecho ni releer, así que cualquier cosa… :S
Me gusta la inminentemente hindu del relato: no saber, reconocer que no se sabe. ¿Podemos decir que esto es una moraleja o una sabiduría? Tal vez, creo que todo relato pedagógico enseña a vivir y por ende presta varias lecciones no solo una. Como mencionas en otra parte «¿por qué se ríe?» ese es su asunto ¿no?
Se me ocurren de entrada dos posibilidades. Primera, esta historia te enseña a hablar. El Vikram participa en este juego que funciona con una lógica circular: no importa lo que haga, nada garantiza que el Vital no regresará simplemente al árbol, y sobre un posible error flota la posibilidad de la muerte. Para vivir, el Vikram debe hablar con el Vital, solo que aunque la palabra pasa de uno a otro, no están comunicando realmente. El Vikram entra en la conversación creyendo que lo que sabe le basta, que hablar con el Vital no puede enseñarle nada. Ahí no puede existir ningún tipo de conversación. Solo hasta que el Vikram se abre a posibilidades afuera de lo que cree, entonces la posibilidad real de que el Vital tenga una lección que darle se manifiesta. Y en efecto, el relato prueba que el Vital sabía algo que el Vikram ignoraba, y esto le salva la vida.
Segunda lectura, el Vikram aprende a jugar. La lógica circular de los acertijos no admite la posibilidad de victoria, un acierto aparente solo nos hace retroceder, reusarse a jugar equivale a la muerte. El progreso no se consigue acumulando conocimiento ni logrando un número de respuestas acertadas mayor, la verdadera finalidad de este juego es que el Vikram cambie. El juego no se hace para ganar, se hace para encontrarse con el otro, para encontrarse con sí mismo. El Vikram aprende algo de él y se da cuenta que el Vital existe no como extensión del juego, sino como un ente a su mismo nivel. Dirían algunos filósofos chocarreros en este sentido, que es un juego la vida.
También intuyo que un argumento puede hacerse respecto a cómo componer verdaderas preguntas, acaso de esas que no suponen sus respuestas… Este pensamiento lo puede continuar un lector más ingenioso que yo. En todo caso, gracias por tomarte el tiempo de compartir y presentar este texto.
Así es, Arrowni. Coincido absolutamente contigo en la lectura que haces del relato. Pero no nos cerremos a interpretaciones futuras. ;)
Sobre los «juegos abiertos» (https://luistarrafeta.com/2013/05/07/la-seriedad-del-juego-1-de-2/) y «juegos cerrados» (https://luistarrafeta.com/2013/05/16/la-seriedad-del-juego-2-de-2/) comenté unas cuantas cosas hace un tiempo. La verdad es que cada vez estoy más convencido de que somos «homo ludens». Y de las implicaciones que eso tiene a muchísimos niveles.
En realidad, no es del todo casual que los llamara «abiertos» y «cerrados», porque coincide completamente con eso de las preguntas «abiertas» y «cerradas». En algún cursillo de comunicación que hice nos explicaron que estamos muy acostumbrados a plantear las preguntas como «cerradas». Son preguntas que anticipan la respuesta. Que dan a elegir entre una serie de posibilidades. Si o No. Una hora entre las 00 y las 24. Un lugar concreto. La cantidad de información que obtenemos de ella es limitada. Sin embargo, existen las preguntas abiertas. Suelen comenzar por «cómo», «para qué», «por qué»…. y dan muchísima más información. Entre otras cosas, porque son más difíciles de contestar.
Muchas gracias por tu comentario. Un saludo!