No se lo digas a nadie

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Para.

Vuelve.

Todas esas personas, a tu alrededor, te dedican sus cinco minutos de compasión -más que otros- y escudriñando. Necesitan una etiqueta que poner a tu dolor. Por saber. Y por si les preguntan.

No sabes de dónde te vienen esos pensamientos frívolos. Pero ahora toca dispensar variantes de las mismas frases a todo el que se acerque.

¿Como puedes permitirte traer cosas así a momentos como éste? ¿Ahora que tu mundo, lo que había estado siendo, no volverá ya? ¿Es que no sientes respeto?

Tu consciencia, sobresaltada, busca el foco de sufrimiento. Sumergirte en él. Tensar tu entendimiento hasta abarcar todo el sentido del instante.

Vuelve           a              la              gravedad.

Pero no. Tu cerebro, esa mascota, vive el ahora. Y ahora, tras el olor de una colonia, se te susurra un recuerdo de sexo crudo y…

¿Han llegado las flores de la prima?

Vuelve a cuanto se te supone.

Vuelve a la exhibición social.

Vuelve al dolor.

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– Mapa del poemario – 

Eres mi público si… / Yo somos muchos /Está ocurriendo / Miedo I / Recuérdalo / Tampoco esta noche / No se lo digas a nadie / Miedo II / El vaso / Ley de vida /Transitar el verano

4 comentarios en “No se lo digas a nadie

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