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Tampoco esta noche.

Nadie ha recorrido con sus dedos

los rasgos de tu cara.

Nadie los ha hundido en las raíces de tu pelo.

Nadie te ha mordido los labios.

Has salido para nadie.

Y al llegar a casa, cierras los ojos para que el cuerpo sin rasgos te recorra. Son sus manos las tuyas entre tu pelo erizado. Y acallarás el grito mordiéndo tus propios los labios

para nadie.

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– Mapa del poemario – 

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