Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre…
ha inventado todos los cuentos.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos…
y sé todos los cuentos.
(León Felipe)
Todos seducidos, entonces.
Y me encantó la manera en la que tuvo de contarlo Christian Salmon en su libro «Storytelling: La máquina de fabricar historias y formatear las mentes» (prólogo de Miguel Roig).
Christian Salmon
Es un escritor francés, de Marsella, miembro del CNRS francés (Centre National de la Reserche Scientifique, el centro de investigación no-estadounidense más importante del mundo). Concretamente en el Centro de Artes y Lenguaje. Así que muy tonto, muy tonto, no debe de ser.
Sus libros suelen tratar sobre las relaciones -y tensiones- entre la cultura, la literatura y el poder político.
Hace unos años publicó «Storytelling». El cual, contra todo pronóstico, se convirtió en un éxito considerable en Francia hasta el punto de ser traducido a otros idiomas.
Me cayó en las manos en una estupenda librería de Arrecife hace un par de años, pensando que podía tratarse de algún libro de técnica narrativa. No era nada de eso, pero no pude levantar la ojos de sus páginas en varias horas.
Sobre «Storytelling – La máquina de fabricar historias y formatear las mentes»
Christian Salmon domina perfectamente la técnica del Storytelling. Por eso comienza atrapando la atención del lector contando un par de historias reales. En una de ellas, una consultora empresarial cuenta a unos severos ejecutivos el cuento de «Harold y el lápiz de color morado» y nota cómo «se iban suavizando sus rasgos, ya que escuchaban la historia no con su intelecto, sino con esa parte de infancia que habían conservado. El niño que había en ellos, aquel que creyó en la magia de los posibles, se despertaba; aparecían sonrisas y miradas inocentes«.
Sin embargo, en opinión de Salmon, esa capacidad se está usando, de manera muy controlada y efectiva, a diversos niveles, como instrumento de persuasión y dominio. A lo largo de sus páginas el libro describe, referenciando sus fuentes e hilando en buena lógica:
- Que la idea del storytelling es crear un mundo de mitos y símbolos para manipular las emociones de la gente.
- Que se está utilizando, cómo y cuales son sus consecuencias, en el mundo del marketing, el management y la política.
- Que comenzó en los EE.UU. en los primeros noventa y que desde entonces se ha ido utilizando más y más hasta convertirse en un fenómeno mundial
- …al que llama NON: Nuevo Orden Narrativo, en el que las historias narradas acaban marcando el significado de la Historia (con mayúsculas). Aunque de una forma cambiante, según las interpretaciones que mejor convengan en cada momento.
- Que las empresas las utilizan para movilizar a sus potenciales clientes dando así una imagen más humanizada e íntima, al narrar su historia,
- pero que incluso la gestión empresarial respira storytelling, presentándo a sus miembros como motivadores y gestores de emociones. Todo ello desde la repetición de las parábolas de los gurús capitalistas, poseedores de una «sabiduría proverbial».
- Que los gobiernos intentan movilizar a su electorado y la opinión pública mediante la «construcción de realidades». algunos de los cuales han llegado a referirse con desprecio de lo que llaman la «reality-based community» (si hacéis click en un sólo link de este artículo que sea este)
- y cómo el periodismo ha pasado a convertirse en proveedores de infotainment (*infoentretenimiento) al servicio de esa creación de realidades.
- En la última parte analiza particularmente el caso que, como francés, más cercano le queda: el de la campaña a la presidencia de la república entre Ségolene Royal y Sarkozy.
Al principio se te ha colado un «tratar» (o algo similar) en la frase: Sus libros suelen sobre las relaciones.
Por lo demás… yo no le doy tanta importancia al poder del «storytelling» como a las ganas que tiene la gente de que les vendan la moto (eso sí, una moto molona)
¡Cierto, cierto! Ya lo he corregido, gracias.
Sí, de eso iba la primera parte del post («Seducir»). Ahora voy a intentar el más difícil todavía de poner una conclusión a estos cuatro últimos… :P