El otro día me enteré de que había un libro, ojo cuidao, con el muy revelador título de: «SCADA and Me: A book for children and management«. Esto es: «SCADA y yo: Un libro para niños y directivos«. Es decir, una especie de «Teo desayuna» para tratar de explicar la situación y problemática de unas tecnologías tan complejas como las de «Supervisión, Control y Adquisición de Datos» y cuyo público objetivo está compuesto por niños y directivos (!).

Os juro que, esta vez, no me lo estoy inventando. Esta es la portada y si pincháis en la foto os llevo a la web de Amazon.
En uno de los comentarios sobre el libro hay quien aprovecha para lanzar otro dardo (la traducción es mía): «Dejar este libro en la estantería de ejecutivos puede percibirse como insultante. Pero entonces cómo es que nuestras infraestructuras SCADAs son tan inseguras, ¿es que los directivos son incapaces de entender las ideas expresadas en un libro para niños?«
Casi nada.
El libro en sí es una anécdota, pero me resulta de mucha utilidad para explicar algo que he visto a menudo. La percepción que los profesionales técnicos tienen de los «grandes jefes». Y, ojo, cuando hablo de técnicos, no me refiero sólo a temas tecnológicos, sino también en lo biosanitario, en lo social, legal, administrativo, etc… Y, respecto a los directivos, hablo de los que mandan mucho mucho de verdad, tanto en lo público como en lo privado. Políticos y alta dirección: los niños dioses.
Hasta donde he podido entender, por lo que leo y me cuentan -mi experiencia personal es mínima, lo reconozco-, existen bastantes cargos intermedios en las empresas y administraciones capaces de determinar cual es el «trabajo sucio» que debe hacerse, de tomar decisiones a bajo nivel, de priorizar unas actividades respecto de otras e incluso que vayan alineadas con una estrategia definida desde arriba. Es decir, el tipo de profesionales de base técnica y que, probablemente, han empezado de bastante abajo. Estas personas, mientras les dejen hacer, suelen ser bastante capaces de mantener el barco a flote, de hacer que las cosas funcionen. Sin embargo, cuando no cuentan con el apoyo de la directiva, les piden imposibles o no les proporcionan suficientes recursos, acaban muy frustrados.
Saben que es casi imposible sacar adelante proyectos de envergadura sin su apoyo, que tienen que ganarse su favor. Pero, normalmente, -oh, problema-, resulta que hablan lenguajes distintos, tienen diferentes visiones, valores y métodos. Así pues, ¿qué hace entonces el responsable técnico para comunicarse con sus niños dioses? Después de analizarlos, a menudo intenta acercarse de otra manera:
- Como sabe que el tiempo que les van a dedicar es muy limitado, preparan presentaciones cortas, que no requieran ningún trabajo previo intenso como leerse un documento de más de cinco páginas. Hay pocas balas, es necesario usarlas bien. (¿Cómo decías aquello, Omar?)
- También sabe que no les interesan los pormenores técnicos, no pueden entrar a fondo en todo, es mejor dejarlo a un nivel muy alto. En el que pueden utilizar lenguaje metafórico, más aún…
- …a través de historias sencillas, de casos de éxito y modelos ejemplarizantes. Aplicando todas aquellas técnicas de Storytelling de las que hablé en alguna que otra ocasión. Se trata de educar seduciendo, no profundizando. Concienciar más que formar.
- Utilizando un lenguaje lo más visual que sea posible. Como las gráficas, que están hechas como de matemáticas. Eso de que sean números sirve para transmitir que son racionales, que son verdad. Y no tienen por qué no serlo…
- Los dibujos, por otra parte, resumen lo complejo y se recuerdan más fácil. Pero es que, además, no hay por qué incluir todos los problemas. Ni buscar todas y cada una de las palabras precisas. Ni tener en cuenta lo que se sale por los bordes. Con un dibujo, todo el mundo entiende más fácil. Cada uno lo suyo, incluso, si es lo que conviene.
- Cuando saben que los que mandan tienen gran reactividad emocional, cuidan de no encolerizar ni resultar hirientes al hablar de malas gestiones pasadas o experiencias fallidas. Alway look at the bright side of life, que cantaban los Python. El malrollismo vende mucho peor que la ilusión.
- Sin embargo, es útil concluir con frases contundentes relacionando cualquier cosa con los temas que importan de fondo o despertar algunos miedos. Utilizar unos buenos bullet points con palabras como «rentabilidad«, «riesgo de responsabilidad penal» o «próxima legislatura» bien en negrita puede ser mano de santo.
Educar como a niños.
Pero sin perder aquel temor de dios que decía la abuela.
Luego también, es cierto, puede ocurrir que algunos de los miembros de la muy alta gestión tengan su historial técnico. Y ahí suele mejorar -mucho- la comunicación con los de abajo. Y entonces la pregunta suele estar en qué tal se les da eso de gestionar, eso de la política. Que no deja de ser otro juego, con otras reglas.
Muy interesante. No sé porqué, pero me imagino que este post está directamente relacionado con alguna experiencia tuya en el curro. Me imagino que alguna experiencia de la que has podido acabar un poco quemado. No sé porqué me ha venido a la cabeza esto, pero bueno…
Nah… no te creas. En la práctica no tengo ningún trato con gente que mande tanto. Pero sí que tengo oídas historias dentro y fuera del curro por parte de gente técnica que lo vive muy así. Alguna vez, de hecho, he llamado la atención sobre el asunto. «Se les trata como a niños, como a niños dioses». Y creo que no se han sentido muy cómodos con la apreciación… ;)
Yo tampoco trato directamente con niños dioses en mi trabajo, pero sí me veo afectada por sus decisiones y muchas veces me pregunto qué hay entre ellos y yo. Me pregunto QUÉ, no quiénes, porque desde mi punto de vista resulta complicado asimilar que el nexo son trabajadores humanos…
Me figuro que desde tan arriba será muy difícil ver los problemas que nos quitan sueño a las hormiguitas, igual que la altura nos impide a veces distinguirlos, de etéreos que resultan…
Y siempre acabo llegando a la conclusión de que si esa interfaz humana que nos separa hablara claro en lugar de contar cuentos a los niños dioses, a todos nos iría mejor!
Claro que si yo estuviera en medio, también vendería ilusión… Por si las moscas! ;)