«Tienes los ojos tristes»
—————- me dices.
–
Y sí,
——– se me llenan
de la traición al momento
———-que soy yo
——que es mi vida
y esa conversación
que siempre y siempre
-mea culpa- se avecina.
–
Quisiera, a ratos,
desconectar la herramienta
en que me he convertido.
–
Perderme en este
—— lloviznarnos
el uno al otro
de a poquito.
–
Pero tengo los ojos tristes.
–
Y termino por hablar,
por estrellar mis palabras
contra tu piel sin culpa.
–
¿Cómo puedo tener
los ojos tristes
mientras me abrazas
—— mujer desnuda?
–
Tú, anfitriona de un cuerpo
—–que se come a deshoras
—–a bocados
——————que fluyen
desde el negro derramado
hasta el blanco del pie
–
Será que mis ojos denuncian
cuanto más que esto mereces.
–
Ahora
—– que me he resignado
a que vivir sea aprender
a decepcionarse de uno mismo
–
ahora que de mí
—— queda este
resto indolente
———– -que soy yo-
el valor de mis acciones
———– -que es mi vida-
se cotiza en calderilla.
–
Confesaré que a veces solicito
(a quien tenga potestad)
la aparición de algún extraño
que desafíe mis ojos
en su mirar limpio
que invite a tu mano
al hueco sosegado de su mano
y desde allí me arranque
tu cuerpo desnudo
————- y estos, mis ojos…
————- ….¿tristes?
–
No tanto.
–
Que de sólo mirarte
se me ahondan de luz
y amordazo estos versos
y me arrojo a temblar
———- contra tu piel
en la que
————— cada día
es fiesta.
–
Hoy toca fruta de carne
———–que estremece.