DEL 19 AL 3
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Una noche, mi primo, sentado en el salón junto a su familia siente un impulso, silencia la tele y dice: «Que quiero que sepáis, que os quiero mucho a todos». Sus padres se preocupan. ¿Necesitará atención? ¿Estará deprimido? No, nada de eso, contesta el psicólogo, sencillamente, necesita expresarlo de alguna manera.
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La otra, al recibir una llamada telefónica singularmente triste, no tiene problema en terminar diciendo «Que sepas que te quiero mucho y que estoy ahí para lo que quieras».
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Moriría de vergüenza si intentara verbalizar algo así yo mismo, con mi propia voz y, sobre todo, en familia.
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Tal vez por eso la literatura. Tal vez por eso tanto y tanto esfuerzo depositado en esa técnica. Aprender a ser ambiguo, a omitir con precisión, a garantizar que sólo quien quiera entender, entienda.
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Esa manera de construir un silencio que dice cuanto calla.
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Un silencio, como éste, que os despida diciendo
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…y se una a ese otro silencio vuestro, lento y soterrado en que nos habéis ido dejando.
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Que aprenderemos a leer.
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Y entenderemos.
Agazaparase hasta tanto el reflejo sea el nuestro.
Abrazos. Me gustó encontrarte.
Gracias, Alicia.
Veo que estás muy metida en estos asuntos. Nos vemos en G+. ;)