Una ventaja adicional de no sentirse uno «orgulloso de ser» algo (que no «de haber conseguido» algo), es que puede liberarse de pagar por los pecados de otros.
Creo que en esta tira cómica de Dilbert se resume perfectamente un tema que veo a menudo relacionado con muchos colectivos herederos de injusticias:
Ella: Los machos han estado discriminando contra las hembras durante un millón de años.
Él (sintiendo): ¡Ataque de culpabilidad!
Ella: Por lo tanto, TÚ debes compensarme a MÍ por las injusticias del pasado.
Él: ¿Sabes? Para ser un argumento absurdo no deja de ser efectivo.
Ella: Gracias
(Extraído de una serie de 12 tiras)
(Ya, ya sé. El tema del feminismo es muy sensible y puede que lo que diga a partir de ahora corra el riesgo de ser totalmente ignorado -por algunos- en lo que duren las tareas de despelleje. Pero bueno, yo a lo mío, que es escribir para gente que sabe leer…)
Lo que evidencia claramente la viñeta es que, por el hecho de formar parte de un colectivo, es muy fácil establecer las mismas relaciones de culpabilización o victimismo. Son los mismos artefactos bajo los que funciona el «orgulloso de ser«. De manera que si aceptamos, si nos es válido, el imbécil silogismo cotidiano de la prensa deportiva: «Rafa Nadal es un crack. Rafa Nadal es español. Yo también soy español, ergo, ¡SOMOS LOS MEJORES!«*
…¿por qué no deberían de ser igualmente válidos para los crímenes del pasado?
Evidentemente, es absurdo pretender compensar en unas personas los desarreglos que pudo haber en otro lugar y en otro tiempo entre otras personas. Sencillamente, porque la responsabilidad de un acto es algo personal e intransferible. No niego que haya muchas injusticias en el mundo (y, porque no queden dudas, soy muy consciente de que algunas de las más sangrantes son causa del machismo) pero eso no significa que las culpas puedan traspasarse o compartirse. Ni siquiera entre padres e hijos. Yo tendré que responder por mis acciones, por mis palabras. Las que yo elijo. Hoy. No por las de «agrupaciones de humanos» a las que nadie me ha preguntado si quiero pertenecer y que, a menudo, no son más que «Pareidolias Sociales» (me encantó la entrada de Joaquín Sevilla).
En el día a día, estas transferencias de agravios pueden no tener más importancia que tontos debates de bar o bromitas al cuñado. Pero también pueden reflejarse en asuntos más graves. Conflictos sociales de cualquier tipo. Desde peleas pandilleras hasta las mismas guerras. Asuntos nada despreciables, vaya.
Como en el artículo anterior, intuyo por dónde vienen los tiros. Cual es el fenómeno que nos lleva a esto. Creo que tiene que ver con el botín al que el gran Rafael Sánchez Ferlosio llama «capital moral» de las víctimas (¡Ay, madre!):
«No hay que comparar las víctimas producidas por violencia humana y las víctimas de catástrofes naturales o de cosas como la carretera. No tienen nada que ver. La condición de víctima por violencia humana se transforma en un depósito de valor, en una especie de capitalización. El cristianismo está convencido de esa idea, de la víctima como generadora de valor moral.
Su estructura gravita sobre la de la venganza, porque la venganza es un derecho que se adquiere porque otro te ha agredido. (…) Pero lo que puede producir abusos inmensos y hasta espectáculos obscenos es la seguridad de estar en posesión de ese capital moral. (…)
Las víctimas tienen derecho a recibir indemnizaciones, apoyo, compasión. Lo que resulta un abuso es emprender la búsqueda de culpables en una catástrofe para estar en condiciones de constituir un victimato. Ni el descuido primero de unos excursionistas que provocan un incendio en un bosque, ni la torpeza del Gobierno son actuaciones delictivas. Pero muchas veces se busca algo delictivo para que se pueda constituir el valor moral, la capitalización de un victimato.»
Voy más allá. Es aún peor cuando se generan culpabilidades y victimismos imposibles de compensar. Relaciones malditas y sin posibilidad de redención. Heredables por siempre. Fuente infinita de conflictos, que se anidan recíprocamente, realimentándose en estructuras de espiral. Porque… ¿qué pasa cuando tanto las víctimas como los culpables han muerto ya y, en realidad, todos fueron víctimas?
Supongo que no nos queda otra que ver a cada persona por separado. No como miembros de grupos, asociados a narrativas de otros.
Porque ningún inglés de los que hoy pisan la tierra tiene absolutamente nada que ver con los que derrotaron a los españoles -los de entonces- en la batalla de Trafalgar. Lo siento, Pérez Reverte, pero así es.
Y porque apenas quedan miembros del Partido Nazionalsocialista que en 01939 estuvieran en edad de razonar y consintieran aquel horror. Sin embargo, generaciones enteras de alemanes -hasta la actualidad- han vivido aplastadas por la culpa.
O porque yo, señores, no esquilmé el oro del Perú. Independientemente de los datos que figuran en mi pasaporte.
No me hago responsable. Lo soy de mis palabras y de mis actos. Nada más.
Y bastante es.
*************
* Esto me recuerda aquel anuncio tan bueno de «Si quieres jugar en la NBA, entrena. Si tienes sed, bebe Sprite«.
Estupenda entrada. Ah, y gracias por la cita
¡Gracias Joaquín! Pero las tuyas no hacen falta. Referirme a aquella entrada era algo que te tenía pendiente. ;)
¿Consideras entonces absurdo, que, por ejemplo, la iglesia pida perdón por boca del papa por todos los abusos sexuales cometidos en el pasado? ¿O que pida perdón por la inquisición? Estoy de acuerdo con la idea del post, pero creo que algo tiene de representativo y de valioso el pedir perdón, aunque sea asumiendo una culpa que no corresponde más que a los individuos que perpetraron el crimen. Algo así como perseguir una justicia poética, o histórica, o un gesto, un guiño, un reconocimiento público de errores.
En el caso del papa, está representando a una institución. Su obligación es poner las medidas para que esas cosas no ocurran ahora y condenar las que existan. Incluso, si quieres, condenar las que existieron. Pero… ¿pedir perdón? ¿a quién? Si están todos muertos. Los que lo hicieron y los que lo sufrieron. ¿De qué sirve?
Por otra parte, todo eso del «capital moral» tiene un origen muy cristiano (como bien dice Ferlosio). Son sus propias reglas. ¿Cómo no van a jugar? ;)
En muchos países, entre ellos España, he podido detectar un común denominador: la confesión de los pecados nacionales ante el visitante extranjero. Son muchas la veces que he escuchado «es que los chilenos siempre hacemos mal esto» , o «los argentinos no sabemos hacer lo otro», o «los españoles no servimos para lo de más allá». Es una autoinculpación frecuentísima, que intenta obtener la benevolencia de juicio del extranjero, cuando éste se encuentra con defectos «que seguro que en su país no existen». Es especialmente llamativo el pecado de la picaresca: todos creen que es cosa de su país, y que los demás países carecen de este defecto.
Es curioso: es exactamente el fenómeno contrario al del deporte. Se suele alardear de los éxitos deportivos a nivel nacional, tal y como expones en tus dos entradas referidas a este asunto, y a demeritar las capacidades de los demás, también a nivel nacional.
Aquí tienes, orgullo y culpa, dos caras de la misma moneda, del sentido de pertenencia, a la sobra equívoca de las banderas.
Como siempre, gran entrada Luis. Serías un fiera jugando al béisbol.
P.S. La de Joaquín, otro espectáculo; gracias por dármelo a conocer.
Joe… Primero de todo, perdona por contestar tan tarde, Ricardo. En su momento pensé que más tarde y más tarde resultó ser demasiado tarde. ;)
Creo que tienes muchísima razón con lo de la «autoinculpación para buscar benevolencia» (bueno, y con todo ;) ). Me acuerdo de una amiga que se indignó bastante con una situación parecida y le contestó al otro «Oye, que yo tampoco nací aprendida». Supongo que lo dejó bastante desconcertado.
A Joaquín hay que leerlo, sí. Y si te puedes tomar alguna copa con él (como he hecho alguna vez, porque suele estar dispuesto), mejor todavía. :D
No es raro de este lado del atlántico oir a algún desorientado decir que España deberia indenmizar a los países americanos por los actos de la época de la conquista. Así que podrías anotar ese tipo de absurdo a tu post. ¡Saludos desde el Neoverso!
Ufff…. ¿Y cómo proponen hacerlo? ¿Cómo lo comparas? ¿Qué metes en el DEBE y qué en el HABER?
Y una pregunta puñetera… ¿Los descencientes de los españoles que fueron y se quedaron, que estuvieron entre los principales expoliadores y beneficiarios de la situación, pero ahora pertenecen al país latinoamericano …también deberían ser compensados por los descendientes de los que no fueron?
¡Me doy un paseillo por tu neoverso! ;)
Ni idea de cómo pretenden hacerlo, ja ja ja, como dije estan bien desorientados. Y bienvenido cuando quieras :D