Nunca pongas más interés que el interesado

Hoy toca un post de esos en los que os intento convencer de que me tengo que contener para no ser taaan buena gente. ¿No os lo creéis, no? Sí, lo entiendo. Pero me explico…

Esto nos ha pasado a todos. Un buen día un conocido, la «prima de», uno al que conociste en una fiesta o a quien llamabas amigo tiempo atrás te llama por teléfono. Probablemente, hasta te hace ilusión escucharle…

– ¡Eh, joe, cuánto tiempo! ¿Qué tal? ¿Dónde paras?

…pero algo experiencia te dice que…

– Nada, tío. Todo bien por aquí. ¿A ti qué tal te va?

– Bien, muy bien, sí. Oye ¿le sigues dando a la tecla?

…y en efecto:

– Es que quería pedirte un favor.

Y, oye, hasta aquí todo bien.

Lo de los favores es algo que todos hacemos y pedimos. Lo normal es que ambas partes salgan ganando. Diría, incluso, que es de las cosas que me despiertan un poco de esperanza en el ser humano. Personas que se ayudan, en tareas a veces duras y sacrificadas, por el amor al arte. Rechazando, sistemáticamente, cualquier tipo de pago por ellas. ¡Cómo somos los monicos, hoygan!

De hecho, soy tan fan de los favores que he tenido que ponerme una norma al respecto. (¿Los talladores de la piedra?, por favor, pasen pasen):

Nunca pongas más interés que el interesado

Es algo que me ha costado bastante aprender, pero que os dejo de regalo. Enrollao que es uno.

La idea: No permitir que el ayudado se desentienda por completo del favor. No tomar iniciativas que pueden y deben salir del otro. No estresarse mientras el otro se va de cañas.

Para qué sirve: Principalmente, para evitar malos rollos, sentirse estúpido y que se le quiten a uno las ganas de echar un cable al siguiente en venir.  Si no se tiene esto claro, puedes acabar metiendo horas, llamando -e insistiendo- al teléfono, haciendo trámites y aplazando planes que te pueden apetecer más …para hacerle un favor a alguien que quizá no sepa lo que cuesta realmente. Puede ocurrir que no se lo esté currando lo más mínimo, que se le ha olvidado lo que te pidió o que lo haya conseguido de otra manera.

Cómo se aplicaFásil, niños. Involucrando al ayudado. Porque no siempre es que el otro pase o tenga mala intención. La mayoría de las veces es pura inconsciencia, desconocimiento del esfuerzo que conlleva. Dependiendo del caso, puede hacerse de muchas maneras:

  • Pasar las horas que cueste hacer la tarea juntos. Aunque la otra persona no te pueda ayudar gran cosa, aunque te dé conversación y hasta te entretenga, al menos tomará consciencia de lo que cuesta.
  • Que te haga los trámites previos. Recopilar la información, los materiales, los contactos… lo que sea necesario como materia prima.
  • Que tome la iniciativa. Que te diga cuándo os vais a juntar para el favor y con tiempo suficiente para no estresar innecesariamente (es verdad que esto a veces es difícil).
  • Otro tipo de cosas, como que traiga la merienda, te invite a unas cañas o cenar… Pueden estar hasta bonitas. Pero si es sólo es eso, la otra persona no aprenderá realmente lo que cuesta lo que te estaba pidiendo. Así que no basta.
Y no lo entendáis mal. No es un «algo a cambio». Seguramente lo que tú aportes valga más, esté descompensado a tu favor (por eso te lo pide). Pero sirve para que la otra persona entienda, se haga cargo de lo que te está pidiendo. Porque lo puedes hacer. Y de mil amores. Pero el otro ha  de saber que lo que pide tiene un coste.

Nadie con una actitud honesta debería molestarse por ello, ¿verdad?…

11 comentarios en “Nunca pongas más interés que el interesado

  1. «Es algo que me ha costado bastante aprender, pero que os dejo de regalo. Enrollao que es uno.»

    Algo tendrás que llevarte a cambio, ¿no? Al menos un comentario, supongo :)

    «Lo de los favores es algo que todos hacemos y pedimos. Lo normal es que ambas partes salgan ganando. Diría, incluso, que es de las cosas que me despiertan un poco de esperanza en el ser humano.»

    Yo creo que sí, que no tiene que ser un dar, sino un intercambio, pero no precisamente de dinero, eso vale poco y cada vez menos. Antes no era excesivamente consciente. Cuando me pedían ayuda, la daba de mil amores (como dices, implicándote más que el interesado). Así que cuando la pedía yo, también llevaba la misma mentalidad. Y eso que muchas veces nos cuesta menos dar que pedir…

    Pero he ido encontrándome con gente que tiene esto muy claro. Yo te doy, tú me das. Y no hablamos de dinero. Al principio, te choca que te hablen en estos términos, te resulta casi hasta violento, porque está descalabrando los esquemas habituales.

    Sin embargo, luego te das cuenta que, en cierto modo, debe ser así. Si a la pregunta de pedir algo, contestáramos ¿y tú qué puedes hacer por mí? otro gallo nos cantaría, al que pide y al que da. Porque todos somos capaces de hacer algo por el otro, pero ¡cuánto cuesta ser capaces de decir alguna cosa! casi hasta nos resultaría más sencillo sacar la cartera, dar dinero y olvidarnos. Pero bueno, es cuestión de echarle imaginación, seguro que hay algo por ahí que podamos aportar a cambio. De este modo, nos obligamos también a ver, a intuir, que es lo que necesita el otro, nos obliga en definitiva a conocerlo más. Y todo se vuelve más personal, más cercano, más humano.

    O, simplemente, el que tiene que dar, debe ser capaz de pedir. Vale, yo te hago esto, pero como me tengo que llevar algo a cambio, te voy a pedir X. Por ejemplo, si te han pedido que les escribas algo, les puedes pedir que te manden opiniones que han recibido al respecto, qué ha sucedido con lo que hiciste. Con eso tú también recibes algo en este caso, puedes valorar así el impacto de tu trabajo.

    No sé, cosas así.

    La pena, es que damos por hecho (on prend pour acquis) que el otro debe ayudarnos porque es «nuestro amigo/conocido». En realidad, este tipo de situaciones son una oportunidad enorme de desperezar nuestra creatividad y ser conscientes de todo lo que somos capaces de aportar a los demás. Así que, en vez de molestarse cuando se le solicita algo a cambio al que pide, más bien debiera estar agradecido.

  2. Muy buena frase, y aplicable a muchas situaciones.
    Lástima que no la podamos emplear del todo con los hijos y que los médicos se la tomen tan al pie de la letra!
    Aún así me la guardo, pero pienso seguir pidiendote favores, lo siento no te libras.

  3. Someone:
    De ahí otra frase que también hay que saber decir. «Hoy por ti, mañana por mi». Mirando a los ojos, y hablando claro. ;)

    Patri:
    El problema con los hijos y los médicos es que se establecen relaciones que no son precisamente «de amistad». Pero igual se pueden intentar soluciones de compromiso.
    Y claro que nos podemos seguir pidiendo favores. Hoy por ti y mañana por mí, ¿no?
    …espera, ¿esto no lo había dicho antes? ;)

  4. Me ha gustado mucho la entrada, de hecho lo reboto por todos lados, a ver si la gente empieza a ser consciente.

    A modo de anécdota:
    Sabes que con los temas de informática esto pasa constantemente, de ahí el famoso «Pringao howto» a mi me funcionó un poco el decirle a todo el mundo que tenían 3 «tickets» por año* para consultas o problemas, de esa forma, la gente antes de pedir tonterías, intentaba buscar por internet para resolverlas y las que no podían encontrar me las pasaban o en su defecto, juntaban varias y optimizabamos el proceso y el ticket xD.

    En ámbito no técnico, conozco muy de cerca a una de las personas que más mudanzas le ha hecho a sus amigos/conocidos y el que menos ayuda ha recibido en las suyas (y doy fe que ha tenido muchas). El tema de prestarse a ayudar a la gente acaba convirtiéndose en un hábito y ya se sabe que de los hábitos a las costumbres hay un pasito, y es el mismo pasito que hace que se migre de un carácter afable a un sarcasmo y sentido del humor ácido cuando el sujeto en cuestión ve la maniobra «manipulatoria» a leguas.

    Si nuestro tiempo tuviese un precio no habría problemas, y esto me suena a otra entrada tuya xD, el problema es que nosotros hacemos con nuestro tiempo lo que queremos y si queremos regalárselo a alguien lo hacemos, pero por que nosotros queremos, no porque estemos obligados. Cuando hacemos eso, parece que se genera un pacto (ni escrito ni verbal), por el cual la otra persona nos debe algo de su tiempo, hasta ahí es perfecto, y sí, es mercado, algo por algo, no es tangible, pero las relaciones sociales se basan en eso en compartir cosas, en especial el tiempo que es lo más preciado que tenemos y ese sharing de tiempo ha de ser bidireccional, equiparable, voluntario, recíproco y fructífero para los dos, si no, tira más hacia parasitismo o comensalismo :(

    PD: Estoy empezando a sentir como se me va la pinza xD

    * me quedé corto xD

  5. Joe… Cuando lo recibí, pensé que este comentario era a la entrada de ayer! Ahora tiene mucho más sentido. :D

    En realidad, nuestro tiempo tiene un precio. Pero eso sólo lo aceptamos, culturalmente, dentro del ámbito laboral. No solamente vendemos a la empresa de turno nuestras 8 horas diarias, también parece que les estemos dando _en exclusiva_ la capacidad de facturar por ello. No sé… no digo que sea malo, pero es algo claramente cultural.

    Lo del pacto que dices tú, existe. Pero también es verdad que se apoya enormemente en la buena voluntad. Y ahí es donde mucha gente falla. Que se lo pregunten a esa persona que conoces y sus mudanzas…

La mejor sección del blog: ¡Los comentarios!

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s