Alternativas a la democracia (y III)

Hasta ahora, he presentado algunas posibilidades sobre cómo se puede mejorar el sistema.

Sin embargo, en mi opinión,  la clave no estará nunca realmente el uso de ningún sistema democrático en concreto, ni en la forma de votar, ni de establecer los recuentos, ni los apoyos, ni las leyes, ni las instituciones. Siempre que se garantice que el poder está en el pueblo, habrá democracia (claro que hay quien cuestiona que así sea).

Para mí, el concepto mucho más de fondo. Quizá la mayor farsa de nuestro sistema es la creencia, totalmente extendida y profundamente arraigada de que este sistema nuestro, con sus imperfecciones, nos hace libres porque nos permite elegir.

Y no es así. Una persona no es libre porque pueda elegir.  Una persona es libre porque sabe en qué basarse para elegir. Sin la visión, el conocimiento, la comprensión de las consecuencias e implicaciones de sus acciones… ¿qué valor pueden tener sus decisiones?

 ¿Y si Morfeo no le hubiese explicado a Neo los efectos de cada pastilla?
(Nota: Cualquier parecido de los colores con otros de la realidad es por pura coincidencia. ;) )

Estoy seguro de que esto lo ha dicho mucha gente antes que yo y, ahora mismo, no sé cuales son las fuentes primarias (lo menos Sócrates). Pero mientras me documentaba para escribir este artículo me encontré con un documento (uno de tantos, supongo) escrito por una tal Marta Fraile de la Universidad de la Rioja (si a alguien le parece que no es una fuente con glamour suficiente, diré que parece que va bastante en la línea de lo que dijo este otro señor, James Fearon, que es de Stanford -la universidad de Steve Jobs-. ¿A que ahora sí que mola? ;) ).

El documento se llama «La influencia del conocimiento político en las intenciones de voto«. Habla de las dos formas principales que usa le gente para decidir su voto:

  • El «ideológico«: Es decir, según percepción del mundo. (Estos deben ser los que votan «a los de siempre»)
  • Otro es «por rendimientos«:  Es decir, en función del bienestar que le ha proporcionado o cree que le debe proporcionar un gobierno. (Algunos de estos deben de ser «los indecisos»)

Entre las conclusiones que saca dice cosas como:

  • El conocimiento político tiene un papel relevante en las reglas de decisión de voto de los electores.
  • La predisposición a usar  la lógica de voto por rendimientos es mayor conforme mayor sea el nivel de conocimiento político de los ciudadanos.
  • A niveles bajos de entendimiento de la política por parte de los ciudadanos, se votará por ideología en lugar de por control de los rendimientos.
  • Hay evidencia (aunque poca) de que los resultados de las elecciones podrían ser muy distintos si el electorado actuara con un alto nivel de información y conocimiento sobre la política.

La idea con la que me quedo yo al respecto es que, al final, sólo hay una manera de ejercer nuestra libertad, realmente y como pueblo: a través del conocimiento.

Y eso cuesta.

Vaya que si cuesta.

10 comentarios en “Alternativas a la democracia (y III)

  1. Hombre Toto, la fuente más sólida de la que puedes beber sobre este tema es la tesis de tu cuñado el griego!
    ¿Significa tener libertad poder elegir entre telecinco y antena 3??

  2. ¡Eh, que yo tengo muy claro de dónde me llegó la idea!

    Lo que pasa es que al final no me quedó nada claro qué era lo que terminó diciendo en su tesis mi cuñado griego… :P

    Efectivamente, no es tener mucha libertad poder elegir entre telecinco y antena 3. Afortunadamente, nos vamos volviendo cada vez más infolibres. Y, ahora, un twitero puede conseguir desestabilizar un programa de éxito estable durante años.

    Tengo como borrador una entrada al respecto. Cualquier día de estos…

  3. Hay quien se anima a hacer algo así como un examen que otorgue el derecho a votar. No parece muy democrático, pero sobre todo no es políticamente correcto. Pero ayer en el Intermedio sacaron los twits de Yola Berrocal y Aída Nízar a propósito de la victoria de Rajoy y… se me empieza a pasar de nuevo la idea por la cabeza.

    1. Yo me pegué la adolescencia discutiendo con la gente una cosa.

      Por un lado están los firmes principios democráticos de que todo el mundo tiene derecho a decidir.

      Por otro está algo a lo que yo llamaba «principio de humildad». Es decir, que hay que aceptar que la opinión de la gente que sabe más debería valer más. (A mí me parece aberrante que mi voto valga lo mismo que el de Rafael Sánchez Ferlosio. Por el amor de Dios… ¡hagan lo que él diga! :) )

      ¿Y cómo conciliar los dos principios? Pues fácil, separando dos cosas del sistema actual.

      Hoy en día se vota por un partido político que, simultáneamente, mezcla:
      – La ideología (cuales son las prioridades de la sociedad)
      – La metodología (cuáles son los métodos para conseguirlo).

      Yo creo que, al respecto de la primera, la opinión de todo el mundo es igualmente válida. Que la sociedad vaya construyendo un entorno que sea válido para ellos, en función de sus valores y concepciones. Esto es necesario e, incluso, inevitable.

      Sin embargo, respecto a cómo hacerlo… joder, eso es otro rollo. Para hacer una casa hace falta un arquitecto y para diseñar un circuito un ingeniero. Eso no se puede votar.

      De manera que yo planteaba una sociedad en la que todo el mundo votara unas prioridades, unas ideologías, unos problemas a resolver y que «un comité de sabios» decidiera cómo resolverlos.

      Efectivamente. Ése era el principal escollo, la principal crítica a este sistema (sapienscracia, lo llamaba). ¿Quién decide quienes son esos sabios? ¿Cómo podemos confiar en ellos? No encontré la forma.

      Es curioso, porque en realidad tenemos el mismo problema con el sistema actual, pero lo aceptamos sin más.

      A mí, lo de la democracia líquida esa que comenté… pues mira, sí, me parece una liada. Pero resuelve unos cuantos de estos problemas.

      1. Cuál creés que es el principal motivo que lo hace inviable? 1) El poder no reparte el poder 2) Es demasiado compleja la organización de las leyes 3) El Statu Quo 4) La división produce debilidad 5) Todas las anteriores 6) Otro motivo.
        Me gustaría conocer tu opinión. Gracias

        1. Pues probablemente una combinación de todas, sí.

          Para empezar, cualquier cambio -por pequeño que sea- en las estructuras del poder genera inmensas resistencias.

          Por otra parte, la complejidad del sistema creo que resultaría excesiva para la mayoría de la gente (en mi opinión el tiempo necesario para hacer comprender ese «cambio de paradigma» a una masa crítica de la sociedad debería de ser del orden de generaciones…)

          No sé, son impresiones. Luego a veces va la humanidad y te salta por donde menos te lo esperas… ;)

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