Sobre la violencia

Si digo que la historia de las civilizaciones es una historia sobre la violencia, ¿exagero?

Tal vez sí. Pero creo que, sin duda, también se puede contar desde esa perspectiva.

Los monicos somos como somos, y solemos preferir que no nos partan las piernas. Cosas nuestras, pero es un hecho. Hasta el punto de que lo normal es que pongamos nuestra integridad física -y la de allegados- por encima del resultado de nuestros esfuerzos o nuestras libertades.

Por sí misma, la violencia física da una capacidad inmensa de imponerse sobre los demás. Una capacidad desmedida. O, más bien, fácil de llevar a lo desmedido. Por eso se ha hecho necesario acotar su uso, restringirlo al máximo y permitírsela solo a unos pocos y bajo unas condiciones muy claras. En los países desarrollados se nos dice que sólo pueden emplearla los ejércitos y las fuerzas de seguridad del estado*.

Aunque pueda sorprender a más de uno, hay importantes pensadores, muy documentados, que argumentan (casi diría que demuestran) que bajo cualquier perspectiva y medición la cantidad de violencia que la humanidad genera -y recibe- no ha hecho sino descender desde los tiempos antiguos. Incluso a pesar de las dos guerras mundiales el siglo XX ha sido el menos violento de la historia. ¿Difícil de aceptar, verdad? Pues se le puede preguntar a Steven Pinker y su «Los ángeles que llevamos dentro«. Por ejemplo, aquí está el porcentaje de muertes masculinas debido a guerras de distintas civilizaciones:800px-War_deaths_caused_by_warfare.svg

Que me corrijan los que saben de historia, pero creo que podría decirse que en los tiempos primitivos la violencia se ejercía de una manera bastante libre. Seguramente, ninguna sociedad estable permitiera que se ejerciera sin limitaciones dentro de la tribu, pero los niveles de violencia -dentro y fuera- eran tremendamente elevados respecto de los actuales. Que el poder que otorgaba la violencia llevó a la glorificación del guerrero. Y que, poco a poco, se fue convirtiendo en algo de lo que vivir, evolucionando a algo más profesionalizado y sistematizado. Llegaron los ejércitos y los imperios. Y derivó hacia un sistema feudal (tan parecido a la mafia) en el que el modelo de organización social se basaba en el «si me sirves, te protejo» (principalmente, de lo que yo mismo te haría si no te protegiera). Luego ya llegaron las revoluciones y los estados y los derechos humanos y ese concepto tan esquivo que es el terrorismo. Pero creo que lo que mejor imagen da es lo de las revoluciones «no-violentas» (¿evoluciones?), que existían desde mucho antes del Mahatma.

Y, bueno, supongo que, si estás leyendo esto, probablemente estés en un pequeño oasis,  histórico y geográfico, de la humanidad.  Un milagro. Sí, a pesar de todo eso en lo que estás pensando.

Por eso, cuando vemos brotes de violencia en las revueltas sociales en este país nos impresionamos tanto. Y se habla en los debates de la tele y en las calles y en las asambleas. Por eso las fuerzas de seguridad del estado están siendo cada vez más criticadas por un segmento nada despreciable de la sociedad. Por eso en las noticias, tras cada manifestación, donde se pone la lupa es en la parte violenta que haya podido haber hasta el punto de hacer casi imposible saber qué se estaba reivindicando. Y por eso youtube está plagado de videos de enfrentamientos de unos y otros para que cada cual tenga muy claro quienes son los malos.

"http://www.flickr.com/photos/mugley/3417980678

A mí me surgen muchas dudas al respecto. Entiendo que muy pocas situaciones justifican el uso de la violencia por parte de unos y otros. Que no creo en su efectividad para los intereses de los manifestantes, a pesar de los incontables casos de éxito en el pasado, porque no son extrapolables a nuestro oasis. Pienso que, en la «carrera por la mejor imagen», el agresor nunca sale favorecido en la foto. Y estoy de acuerdo con aquellos que defienden, en su muy legítimo querer cambiar las cosas, el hacerlo de forma pacífica.

De lo que sí estoy seguro es de un par de cosas:

  • En el estado de equilibrio actual -pese a las fricciones-, a través del uso de la violencia se pueden perder cosas mucho más valiosas que lo que se intenta ganar. La criminalización de un movimiento es cosa seria. Los daños para individuos, colectivos y la sociedad en su conjunto lo son mucho más.
  • El hecho de que las fuerzas de seguridad del estado puedan hacer un uso legítimo de la violencia es porque se lo hemos otorgado entre todos. Y deberían ser de una escrupulosidad exquisita en aplicarla. Se la hemos dado para que nos protejan. Pero no es suya.

Pero no os voy a engañar. Este artículo lo he escrito para escucharos a vosotros en los comentarios…

********

* Más allá de la «legítima defensa», que es tema aparte

** Nota: Como están siendo muy interesantes los debates en G+, dejo aquí embebido el post:

[googleplus url=http://plus.google.com/110321420379699338717/posts/27gXVfq4boo]

11 comentarios en “Sobre la violencia

  1. No exageras más, Hemos sido violentos por necesidad a veces. Y ahora seguimos siendo violentos por soberbia, avaricia y más…………

    1. Hay muchísimos motivos para la violencia. Y muchos para no ejercerla. Lo bueno es que estos últimos van pesando más.

      Si miras en los comentarios de G+ que he puesto, en el comentario de mi hermano verás que comenta más al respecto. ;)

  2. Muy interesante, Toto. No creo que te equivoques en tu primera afirmación. La historia de las civilizaciones es una historia sobre la violencia, y la historia del estado moderno también lo es (no fue un proceso pacífico, sin conflictos). Tampoco lo fue el proceso por el que se extendió en las poblaciones la idea de pertenencia a una nación –correspondiente a un estado (la gente se identificaba con el santo de su valle, con la lengua que se hablaba en una zona, con los señores de la región, etc.). No fue un éxito fácil, exento de sangre, ni rápido, ni lineal, y en muchos casos, no del todo exitoso.
    Me parece que viene a cuento (igual me equivoco) hablar aquí de N. Elías. Es interesante la voz “proceso de civilización” del Diccionario de Sociología, (2006, Alianza), a cargo de Helena Béjar y centrada en la obra de Elías “El proceso de civilización” (1939), donde investiga las formas del comportamiento del hombre occidental:
    “El cambio que estudia Elías, tanto a nivel macro como a nivel micro, sigue una dirección, la progresiva contención de los impulsos, tanto de la violencia como de la espontaneidad. Con el avance del autocontrol, los hombres devienen más pacíficos y más contenidos. (…) Tal como los hombres van cediendo su violencia privada en manos del estado, órgano que monopoliza el uso legítimo de la fuerza, también moderan sus emociones en público y en su intimidad (la civilización marca así el paso del heterocontrol al autocontrol). El largo camino hacia el estado moderno y la paulatina rigidez de las costumbres van de la mano. A nivel macro, se pasa del feudalismo, fase de la competencia libre entre guerreros rivales en pugna por la tierra y la hegemonía militar, a la fase de competencia limitada, en donde cada vez hay menos contendientes, hasta llegar al rey absoluto que monopoliza suelo, cargos y ejército. El rey ya no es un guerrero más sino el centro de una corte que exige una conducta más y más formalizada y contenida. A nivel micro, los manuales de comportamiento muestran el tránsito de una aristocracia feudal a una cortesana. El avance del autocontrol se expresa en la extensión del uso de los cubiertos, del pañuelo o del camisón, síntomas de la individualización de las costumbres, del avance del decoro y del pudor, respectivamente. Y es que nada de lo que hoy consideramos natural lo es, sino consecuencia del largo proceso de civilización”.

  3. La historia es sobre lo que uno quiera. Principalmente era, por tradición, del que tenía recursos para perpetuarla.

    En el afán de salir un poco por la tangente (me encanta el tema de la violencia, solo no traje mis ganas de abordarlo con seriedad) me referiré a ciertos estudios que demuestran que a lo largo de los siglos el hombre se ha «domesticado», entiéndase, sufrido el mismo proceso de transformación en el comportamiento que sufren los animales domésticos frente a sus contrapartes salvajes. Ya esto por sí solo explicaría que seamos menos agresivos hoy que antes. Somos animalitos.

    1. ¡Me parece perfecto que te salgas por una tangente como esa! El tema del hombre como animal domesticado me parece un hallazgo! 0.0

      En el fondo no es distinto de lo que comenta hidromuria un poco más arriba, pero ese matiz animalista me encanta. De hecho, me ha disparado la cabeza hacia lugares donde seguramente no hubiera que mandarla! :DDD

  4. Me ha gustado mucho esta entrada. Y tanto que vivimos en un oasis, pese a todo y que no es poco. Personalmente doy las gracias por no vivir en Siria, Afganistán o la India. Un aspecto que me ha encantado es la referencia al autocontrol que he leído en el comentario de hidromuria. Creo que lo mejor y más importante que tenemos es la capacidad de elegir. Elegir nuestros actos y nuestras respuestas. Nunca llegaré a tener el autocontrol de Victor Frankl pero es una delicia ir conquistando algunos segundos antes de hablar. Me ha faltado en la entrada la reflexión sobre los demás, sobre el no hacerles daño aunque podamos. Cuando se habla de violencia la manera más directa de hacer entender el daño es ponerse en el lugar del ofendido. Así, si creo que la víctima soy yo o alguien de los míos es cuando quiero que la violencia esté controlada, como un modo de protegerme a mí misma y a mi gente. Una película tan dura como buena es «A time to kill». El final es sorprendente.
    La violencia suele ser la máscara que oculta el dolor de alguien, su resentimiento, su frustración y su miedo. Y también es verbal. Aunque se suele culpar a los hombres de ser más violentos que las mujeres en realidad cada persona hiere como puede y no como quiere. Un hombre flacucho tendrá la lengua más viperina y una mujer fortachona la mano más larga. Y a veces la violencia verbal es la más usada en casa o en la escuela, por ambos sexos. Eso causa sentimientos que si no se identifican y modifican pueden acabar fácilmente causando conductas de violencia física. En realidad la persona violenta está sufriendo y por eso se comporta así. Profundizar en el autocontrol, realzando la dignidad de la persona y su libre albedrío (lo que conlleva también evitar las cosas que nos nublan la voluntad) y aprender a conocernos y avanzar en el perdón y la comprensión, nos puede ayudar a todos a plantar más palmeras en este oasis.
    Me ha encantado la entrada Luis. Gracias.

    1. jejeje… una de las cosas que distingue a esta página, Irene, es la altísima calidad de sus comentarios. ;)

      me gusta mucho lo que dices de «conquistar» segundos antes de hablar. me identifico mucho. y también en el convertir potenciales acusaciones en preguntas.

      lo que dices de «ponerse en el lugar» del otro, la famosa empatía, es algo muy cierto. si miras en los comentarios de g+, verás que mi hermano resume el libro de Pinker y apunta lo siguiente entre las tendencias que nos han ido alejando de la violencia:
      «la empatía: ponerse en el lugar del otro. Esto que hoy nos resulta evidente no ha sido siempre así. La humanidad ha sido muy poco empática. La invención de la imprenta y la difusión de la novela impulsó un aumento de la empatía ya que por primera vez, al leer una historia el lector se ponía en el lugar de otro.»

      «a time to kill». me lo apunto.

      y estoy muy de acuerdo también en lo que dices de que cada cual hiere «como puede». algunos razonamientos al respecto, por cierto, pueden resultar de lo más polémicos, según audiencias. pero es así.

      me alegro de que te haya gustado y gracias a ti por compartir tus reflexiones. un saludo!

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