El ex-acosador, ¿qué recuerda?

En mi colegio era algo escandaloso.

Entonces les llamábamos abusones, no conocíamos el término en inglés y el prefijo «cyber» nos hubiera hecho pensar en Terminator más que nada. Pero el fenómeno, esencialmente, era idéntico. Personas, chavales, sin la menor empatía ensañándose con otros más vulnerables.

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Luego pasan los años y los entornos cambian y las personas crecen y siguen con sus vidas que, seguramente, no tengan nada que ver con ese «microcosmos de instituto» en el que parece que comienza y termina el mundo. Pero no. El mundo está fuera y quema y, como diría el artista, «Todo al arder se iguala«. Así que terminamos unos y otros formando parte de un algo, que es bastante lo mismo pero, desde luego, no aquello. Y entonces, ¿qué queda de toda esa violencia y humillación y crueldad tan desigualmente repartida?

Respecto a las víctimas, me he alegrado mucho de ver a algunas alcanzando una vida muy satisfactoria. De otros he sabido que no han tenido tanta suerte.

Pero hace ya un tiempo me encontré en un bar con un muchacho que, quiero suponer, ya no es el tirano insensible que recuerdo. Ahora, elijo pensar, censuraría aquellos comportamientos crueles que llevó a cabo una y otra y otra vez, de manera enfermiza, envenenando el mundo.

Le doy vueltas y sólo me surgen dudas.

Porque, ¿qué recuerdo tendrá de todo aquello? Tiene que ser jodido aceptar que uno ha sido un torturador. Sobre todo cuando se hizo impunemente. De manera prolongada en el tiempo. Con placer. Y hasta obteniendo el beneficio de una cierta popularidad o de ese sucedáneo de respeto que nace del miedo. 

¿Sentirá culpa? ¿Se justificará a sí mismo? ¿Habrá dulcificado de alguna manera los recuerdos? ¿Se esconderá en que eran «otros tiempos» o nada más que «cosas de chavales»? 

Imagino que, casi siempre, sí. Que habrá acomodado la memoria para vivir con ello y escandalizarse -como marca la norma- cuando aparece un nuevo caso en las noticias. Para decir, bien en público, que qué barbaridad, que los chavales de ahora van a peor y que una leche a tiempo.

¿Pero, de-verdad-de-verdad, no le llegarán recuerdos como fogonazos? Aunque no le dé muchas vueltas.  ¿No habrá conciencia o arrepentimiento?

Probablemente fuera un sentimiento inútil, sí. Porque incluso si le brotara un impulso, un arranque reparador y quisiera acercarse a su víctima de entonces con intención de disculparse o compensar; sería de esperar que esa persona, tanto después, no quisiera saber nada. Independientemente de cómo lo hubiera superado. ¿Qué tendría que ganar? Sólo sería interesante, como una descarga de culpa, para el agresor. No necesariamente para el agredido. ¿O es acaso posible algún tipo de compensación para quien perdió la capacidad de disfrutar de esos años de la vida? (Hay incluso, quien se cobra venganza y entonces…).

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¿Y los otros? Esa «mayoría» de espectadores silenciosos pero útiles, incluso necesarios, que no éramos ni lo uno ni lo otro, que tal vez no aprobábamos, ni reíamos las gracias, pero que sólo en muy raras ocasiones tuvimos el valor de interponernos o denunciar. 

¿Quién de nosotros no ha pasado por ahí en algún momento?

¿Qué tal lo llevamos?

***

Nota: Si hay algún ex-acosador lo suficientemente sincero como para reconocérselo entre los lectores de esto, estaría encantado de leer sus comentarios. Pueden ser tan anónimos como quisiera.

17 comentarios en “El ex-acosador, ¿qué recuerda?

  1. Yo también me he encontrado por ahí con alguno de esos tipejos de entonces. Muy reconciliadores ahora, normalmente. Uno incluso me preguntó si había alguien ahora que se metiera conmigo… «porque como me entere le parto las piernas», dijo, o algo así, jejeje. Supongo que sería esa extraña empatía que produce la cocaína.

    Con algún otro he llegado a entablar amistad. Y, cuando ha salido a colación ese pasado, admiten no recordar nada, o no recordarlo así, al menos.

    Si me permitís ponerme un poco Paulo Cohelo, hay un proverbio árabe que más o menos dice: la mejor venganza… disfruta de tu vida.

    1. Mil gracias por el comentario, Santi. Es exactamente el tipo de conversación que no me atreví a mantener (claro que, primera vez que lo ves en 12 años, estás 3 minutos… ¿le vas a preguntar eso?)

      Admiten no recordar nada, o no así… Bastante lo que me imaginaba.

      Aunque supongo que la gente chunga del mundo, los maltratadores, los que hacen mobbing, los dentistas… es gente que se queda en ese estadio. Pero yo quería hablar de los que evolucionan…

  2. Toto, no sé si esto da respuesta a lo que planteas. El otro día vimos el documental «El paraíso de Hafner» («Hafner’s Paradise», sobre un antiguo vigilante de las SS del campo de Dachau que vive tan ricamente en España. Muy interesante su historia, y curiosos muchos de sus inventos, como por ejemplo la yogurtera con la que mi madre nos alimentó a mis hermanos y a mi en nuestros años de infancia. Lo mejor del documental es la entrevissta de Hafner con uno de los presos del campo, su negación de la realidad evidente, su falta de recuerdos. No creo que sea fingido, incluso cierra los ojos ante la evidencia, como intentando borrar esos «fogonazos» de los que hablas. Los recuerdos nunca son filmaciones de una realidad pasada, sino recreaciones en la que están involucradas las emociones, por tanto no son del todo fiables. https://www.youtube.com/watch?v=6Phtagu1bSU
    Un abrazo.

    1. Me quería sonar la existencia de ese docu, sí… Pero no lo he visto. Aunque sí he visto el vídeo que has adjuntado. Me parece un material interesantísimo. Me lo voy a buscar, ¡gracias!

      Tiene mucho que ver con lo que comentaba, sólo que en lugar de jugar en la liga de «patio de colegio», lo suyo es de «clase mundial». Pero no creo que el fenómeno sea distinto. Ni la forma de vivirlo. Seguramente ese ser humano sea, sencillamente, demasiado débil para admitir lo que ocurrió sin romperse.

      Lo que comentas de los recuerdos es muy cierto. Hace bastante escribí sobre eso aquí mismo: https://luistarrafeta.com/2011/06/23/sobre-recuerdos-ii/

  3. Pues no hace mucho me hacia yo esas preguntas. Ahora se llama bullying y hay mecanismos de detección en los colegios, un buen ejemplo lo hay en el País Vasco. Pero en mi época la espiral de silencio era kilométrica, como si este mutismo borrara la realidad. Por desgracia raramente el que ha conseguido cimentarse practicando la tortura, dará un vuelco a su forma de interactuar con el entorno y se convierta en San Pancracio. Quizás la atenúe, la transforme, encuentre otros mecanismos para parasitar o joder la vida de los demás sin ser tan detectables como cuando éramos, niños gracias a la experiencia, pero seguirá siendo el mismo hijo de puta, maltratador, político, banquero, presidente de la CEOE, tesorero de un partido, empresario corrupto, presidente de un gobierno o ministro de justicia.

    En cualquier caso, gracias por traerlos a la memoria colectiva ;)

    1. Sobre el tema del Cyberbulling queda muchísimo que hacer. No conozco el caso en País Vasco, pero estoy seguro de que se puede llegar a mejorar sensiblemente si hay implicación política. También hay otro tipo de iniciativas ciudadanas (por ejemplo, esta comunidad de G+ : https://plus.google.com/communities/108524565161634205382) o apoyadas por grandes compañías (https://plus.google.com/117733767241735548325/posts/S6UwDYgEud7). Para los padres o tutores debe de ser muy complicado, en ambos casos. A nadie le gusta ser víctima, pero pocos padres admitirían que su hijo es un cabrón con pintas. Tratarán de descreer, disculpar, etc…

      En ese sentido, me ha llamado la atención una anécdota reciente. Padre de víctima de cyberacoso, harto de ver que su hijo es perseguido por whatsapp, habla con los padres de los acosadores y éstos lo reducen a «cosas de niños» y «no hay que meterse». Como los ataques se suceden con mayor virulencia, da un paso más: denuncia a la policía. «Mi hijo recibe estos mensajes de estos números. Investiguen de quien son y procedan». Al segundo padre al que se llevan a comisaria a declarar se acaban los mensajitos. Es decir, los padres de los acosadores tienen la capacidad de pararlo. Pero prefieren no hacerlo, por los motivos que sea.

      Aun así, me imagino que no habrá contribuido a la popularidad de la víctima. Y a saber cómo sigue la cosa…

  4. Se me ocurren varios personajes indignantes sobre los que explayarme, pero me voy a centrar en mi misma y una actitud que recuerdo con remordimiento. En la residencia de estudiantes excluimos a una chica que quería entrar en nuestro grupo, éramos cinco borregas y nos portamos fatal con ella, haciéndole el vacío. Ya teníamos 19 o así y no éramos tan crías como para no darnos cuenta, ni hacerlo muy descaradamente. Recuerdo haber sufrido mucho de mala conciencia y tener un sentimiento de confusión y de no saber cómo salir de aquello, no de disfrutarlo. Finalmente encontró otro grupo de amigas y todas nos sentimos mejor. Tuve oportunidad de hablar con ella un poco después y más o menos disculparme. Creo que fue bueno para las dos.
    Fue una dolorosa lección, y algo que no he olvidado. Tuve la suerte de poder darme cuenta y creo que tuve que haber hecho más por hacer conscientes a las demás. Quizá me faltaron recursos. Quizá también que alguien me pusiera las pilas.
    En mi época infantil las cosas eran mucho peor, los propios profesores humillaban públicamente al más débil, e incluso así, tenía conciencia de injusticia, creo que todos la teníamos. Así que creo que en el fondo esos abusones también saben lo que hicieron, y si se han convertido en adultos sin escrúpulos, siguen sabiéndolo, pero tal vez prefieren no tener que cambiar. Desgraciadamente en este país frases como «o pisas o te pisan» o «yo no soy (el) tonto», describen bastante bien la coartada general para no mojarse.
    Respecto al presente…. creo que hay muchísimo por hacer. Creo que hay profes y padres y madres conscientes pero uf… no son ni mucho menos todos, y luego tenemos esta ideología fascista que nos está tratando de meter el pp, las declaraciones impunes de los arzobispos.. Esto es odio a las personas y paraguas para abusadores, agresores, y, que no se lleven las manos a la cabeza (que no se las llevan), asesinos.

    1. Muy honrado, Ana, que hables en primera persona y con remordimiento.

      Supongo que la mayor parte de nosotros hemos podido ser crueles en determinadas ocasiones. A mí una vez me recriminaron haberlo sido. En el momento pensé que la reacción era desproporcionada, pero me disculpé y dejé a esa persona descargar su ira contra mí, verbalmente. Hable poco más con esa persona, pero fue más fácil.

      Sobre lo de los propios profesores humillando a los débiles me parece muy fuerte. Yo recuerdo sobre todo a una que nos tuvo aterrorizados durante todo un año. Recuerdo haberle contestado un día, haberle devuelto, lo injusto de sus comentarios. Recuerdo haber llorado por la rabia. y a una persona diciéndome «después de hacer algo así, luego la cagas echándote a llorar».

      All and all is just, another brick in the wall… http://www.youtube.com/watch?v=xpxd3pZAVHI

      Por otro lado, sin duda, mucha de esa gente sigue dando por saco toda la vida. Pero hoy quería hablar del que ya no acosa, del que aprende empatía, del que cambia…

  5. Hay varios capitulos donde «las chicas» de big bang theory hablan sobre el tema, porque todas menos penny eran maltratadas y penny una abusona,..

    Por mi experiencia, en general tendemos a olvidar y/o autojustificar casi todo lo que hacemos mal, es realmente dificil ser crítico con uno mismo,…, yo es algo que intento muchas veces hacer conmimo, revisar mis acciones desde varios angulos,…, ¡y no es fácil!

    Cuando leia el texto, lo primero que me vino en mente es lo siguiente:

    Ya de adulto, viendo videos familiares (de esos grabados en super8) hay uno que sucede lo siguiente:
    Yo: aprox casi 3 años.
    Mi hermana, cerca del año

    Mi hermana (con el gorro ese de paja para no abrirte la cabeza) intentando dar sus primeros pasos solita a puntito de caerse sola, pero aguantando, de repente llego yo corriendo y le pego un buen empujón tirandola de morros al suelo.
    Inmediatamente (como no tiene audio no se si porque alguien gritó algo o no), me agacho muy cariñosamente la abrazo y la vuelvo a poner en pie ayudandola a recobrar el equilibrio y a dar otra vez, un paso, dos pasos y entonces,…., ¡TOMA OTRO EMPUJÓN! y de nuevo de morros al suelo.

    El video se corta de golpe, y supongo que me llevé una «buena paliza» de quien estuviera con la cámara.

    Pero a lo que viene el texto:
    Cuando te ves a ti mismo en vídeo haciendo tal barbaridad, de primeras me reí muchísimo, mucho mucho, porque la escena, creerme que tiene gracia, sobretodo sabiendo que nadie «se hizo daño de verdad», pero luego piensas para tus adentros: ¡joder! ¡que cabronazo que era!, si si, vale que tenia 3 años y que «son cosas de niños y de hermanos», pero ¡joder que cabrón era!, ¡ya me vale!, etc etc.

    1. Efectivamente, Isangi, a esa edad la crueldad existe. ¡Vaya que si lo hace! Nos gusta pensar lo de que los niños son buenos y la sociedad los hace malos. Pero, en mi opinión, ¡ni de palo!

      Yo, a esa edad, no le daría mayor importancia.

      Pero sí es cierto que luego exige revisión continua. Desconozco si la empatía se desarrolla con la edad o la educación o la experiencia. Pero creo que sí, que poco a poco, vamos haciéndonos más conscientes del sufrimiento ajeno. Pero hay que estar dispuesto a aceptarlo.

      Sube el video a youtube, si te atreves. Y ya me lo pasarás. :DDD

      1. Lo subiré lo subiré, no tengo verguenza alguna, pero me falta encontrarlo y supongo que acabaré grabandolo de la tv con el movil, porque creo que lo tiene mi madre en VHS,… ;)

  6. Mi mejor amiga era una victima de bulling constante y agresivo por parte de gente del pueblo y del instituto. Reconozco que incluso alguna vez, siendo pequeñitas yo me había añadido a las burlas para intentar evitar que se rieran de mi también, ya que por ir con ella, me había convertido automáticamente en objetivo, algo por lo que nunca me perdonaré aunque lo habíamos hablado poco después y ella si lo hizo. Poco despues paseando por la calle pasamos junto a una plaza, y una de las que se suponía que era medio amiga nuestra, estaba allí con un grupito de amigos: se asomó a la baranda hacia nosotras, y empezó a insultarla sin más, como tantas otras veces. Me paré, la miré muy seriamente mientras se reía y le dije: ¿No tienes nada mejor que hacer? sin gritar, sin insultos. La chica que estaba acostumbrada a que todos le rieran la gracia, como vio que nadie del grupo la apoyó, dejo de reír, se quedó callada y simplemente se fue. Mi amiga que no se lo esperaba y había intentado que lo dejara estar,lloró y me abrazó y me dio las gracias y eso no lo voy a olvidar nunca.

    Con esto quiero decir, que la mayoría de los abusones, es gente corriente que simplemente siguen la corriente, y que en un momento dado se van a dar cuenta de que es algo estúpido. Para los abusones de mala sangre, es una forma salvaje e instintiva de estableces una jerarquía basada en el miedo y en la imposición, estos a veces se crecen porque tienen alrededor gente que los apoya, pero con el tiempo, cuando eso desaparece, simplemente lo olvidan, lo creen como algo normal, o tratan de no pensarlo. Y otras veces están los malos de verdad, a os que les da igual tener apoyo o no, y lo hacen por pura crueldad. A estos últimos sigue dándoles igual a quien pisotean por muchos años que pasen.

    Mi amiga trató de buscar nuevos círculos de amistades en los pueblos de alrededor, porque incluso había intentado suicidarse, pero la verdad es que era bastante rarita (eso era un hecho, no trato de santificarla, pero creo yo que eso no le da derecho a nadie a burlarse ni a creerse con el derecho de humillarla, se llama respeto, si alguien no te gusta simplemente ignóralo, no le hagas la vida imposible), y solía dar la casualidad que siempre había alguien que la conocía de antes, o conocía a alguien que se burlaba de ella en el insti. En definitiva no tuvo mucha suerte con eso. incluso compañeras de trabajo, mujeres adultas, y madres, se burlaban de ella, gente del pueblo que conocíamos de toda la vida.

    Ella no llegó a cumplir los 18, ni siquiera llegó a conocer los móbviles con cámara. Murió en un accidente de trafico, un coche que iba sin luces arrolló el coche donde ella iba con sus nuevos amigos. Y en el entierro la gente que le hizo la vida imposible estaban allí, diciendo «pobrecita, pobrecita» sus compañeras de trabajo llevaron un ramo, y la chica que la había insultado estuvo callada y llorosa en un rincón durante toda la ceremonia, probablemente carcomida por el remordimiento: Ya nunca va a poder pedirle perdón.

    En definitiva, hizo falta que una niña de 17 años muriera, para que la gente se diera cuenta de que se estaban portando mal. Y la gente es así, Piensan en ellos mismos, no se dan cuenta de las consecuencias de sus palabras, o simplemente no les importa, y a veces, escuchar como se ríen de una broma maliciosa a alguien, puede más que tu sentido común. Así que no os riais de los demás, que quizá mañana ya no estén, y os quede una culpa que no se irá nunca.

    Uy perdón xD Me lié y terminó en algo muy bajonero jajajaja siento haber escrito tanto, al menos espero que le sirva de consejo a mas de uno. Genial el Blog Luis, ánimo con ello.

    .KATTY.

    1. Primero de todo, muchísimas gracias por tu pedazo de comentario, Katty. Es tremendo.

      En cuanto a la historia de tu amiga… qué decir. Una realidad muy dura, muy triste. Siento que fuera así y siento todas las víctimas que debió dejar de alguna manera u otra. Supongo que casi toda esa gente (y más los más carcomidos por el remordimiento) , seguramente, en algún momento u otro, en alguna intimidad, sintieron lástimas o arrepentimiento por lo que sucedía. E incluso pudieron tener un arranque de intentar cambiarlo, pero no lo hicieron. Y más tarde se dieron de bruces con la realidad de que no siempre uno va a tener tiempo de arreglar las cosas, de reconciliarse, de decirse las palabras que unen. Ojalá aprendieran algo. Por mi parte, me alegro de que tú lo hicieras.

      En lo que estoy completamente de acuerdo (y creo que se entrevé en el post) en que están esos dos tipos de perfiles. Los que abusan por «hacer la gracia», «ser reconocidos en el grupo», etc… y los que genuinamente disfrutan con el sufrimiento ajeno. Esos últimos, por supuesto, no son de los que hablo en el post.

      Gracias por animarme a seguir con esto. Un abrazo!

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