¿Cómo escribir un discurso de boda?

Qué nervios se pasan, hoygan
Tres veces me ha tocado, en el último año y medio (o en toda mi vida, según se mire), hablar en bodas. Ya sabéis, las civiles, que no duran nada y hay que darle un poco de enjundia al asunto. Con ese historial, evidentemente, no soy ningún experto. Pero quiero pensar que la cosa ha salido razonablemente bien en los tres casos. Por otra parte, si hubiera sido un desastre ¿quién me lo hubiese dicho, verdad? (Bueno, siempre está el típico imbécil…)
En cualquier caso, creo que he aprendido unas cuantas cosas que a mí, personalmente, me han servido. Las dejo aquí compartidas por si aportan algo, bien sea a conocidos o a desesperados que preguntan al oráculo.
A todo esto, paso mogollón de hacer un listas de X puntos, como si la magia estuviera en el número. Me saldrán los que me salgan. Intentando no dejarme ninguno, ni poner otros de relleno. Son estos:
  1. Un discurso de boda es un arte escénica, no literatura: Lo pongo el primero porque me parece, sin duda, el más importante. Quiero decir que es más teatro que texto. Es más hablar que leer. Así que hay que tener en cuenta las frases comprensibles, fáciles de vocalizar (y es casi imposible vocalizar demasiado, creédme), que resulten espontáneas cuando las digas tú. Dicen que un truco sencillo para esto es grabarte a ti mismo. Si te enrollas como el de Disco Grande (pulsar en cualquier pista) la gente se perderá. Y si yo estoy entre el público, te tiraré un zapato. ¡Avisado estás!
  2. Utiliza los recursos que te brinda: Como es un arte escénica, se puede jugar con muchas cosas. Sonido y luz, sí. Pero también interacción con objetos físicos. Mantener miradas. Sacar a alguien de entre «el público»… Las opciones son ilimitadas. Eso sí, como siempre se suele decir en estos casos, intenta que los códigos no sean redundantes. Que sirvan para completar, para sacar matices, disonancias… (Colgué algunos apuntes al respecto de una de esas sesiones que teníamos).
  3. Compañía: Y no tienes por qué hacerlo solo (yo nunca lo he hecho). Invita a personas interesantes. Que den un contrapunto. Del novio y la novia, o de la familia y amigos, o el niño más pequeño y el más anciano del lugar… Eso posibilita muchos juegos. Busca los que mejor se adapten al mensaje.
  4. Prepara  el texto a conciencia: Todo lo que he dicho hasta ahora no pretende restar importancia al texto. Al contrario. Hay que cuidarlo muchísimo. Al final, es un discurso. Hay que transmitir un mensaje, y poca gente puede hacerlo sólo a base de mímica. Escribir bien… es lo de siempre. Tener cuidado con que las frases sean tan claras o ambiguas como se pretenda. Huir de los tópicos, de los lugares comunes y las frases hechas. Dale una estructura: introducción-desarrollo-desenlace no falla, pero puedes hacer introducciones muy muy cortas y directas. Que no parezcan preludios, sino que se diga algo desde el principio.
  5. …para poder pasar de él si es necesario: Al final, si estás ahí leyendo, es que eres alguien para alguno de los novios. Seguramente tengas mensajes y sentimientos muy ciertos. Si llegado el día, has trabajado lo suficiente en lo que quieres decir… podrás decirlo dejándote llevar. El mejor discurso de boda al que he asistido fue una improvisación después de hacer una bola de papel con el texto preparado. No nos engañemos, no lo improvisó, lo tenía muy pensado. Sólo que llegado el momento, se dejó ser.
  6. Pregúntate ¿quién eres para esa audiencia? y, ya de paso, ¿a quién te diriges?: Probablemente, a la familia se le pida o se le espere un poco más de emotividad. A un amigo, algo más de humor. Por supuesto que puedes usar ambas en ambos casos, pero… hay ciertas cosas que corresponden más a uno que a otro. Identifica tu papel y acéptalo.
  7. El humor: Una boda es una celebración. Y no puedo imaginar una celebración sin risas. Lo va a pedir la gente. ¿Hasta qué punto te corresponde a ti? Según lo dicho en el punto anterior, según tengas más o menos gracia, según quién te acompañe… Pero de normal, en mi opinión, uno se equivoca menos con el humor que con la solemnidad.
  8. Coger textos de los habitualesBenedettiGibran, el de «la vela de vuestra boda» y todos esos…. Bueno, son recursos, posibilidades. Pero algo habrá que aportar sobre ellos, ¿no? Hacer una lectura propia. Un por qué los has escogido tú para esa ocasión. Si no, es como regalarle dinero a tu pareja por el aniversario. Es impersonal. Es… casi, casi belga.
  9. Sobre el dolor: Se supone que se casa la gente joven y que lo normal es que no hayan sufrido grandes desgracias. Pero, como dice Millás, «lo normal es muy raro«. Si así ha sido… uno tiene que preguntarse muy mucho si procede hablar de ello. Creo que la clave es preguntarse hasta qué punto uno lo ha compartido personalmente. Ha sido parte de esa historia. Si no, tio… te estás metiendo donde no te llaman. Y, en cualquier caso, si te atreves a tocar un tema así en un día de fiesta como es una boda, creo que es mucho mejor no ser explícito. Mencionar que hubo momentos duros, si es caso. Pero poco más.
  10. La chispita de alcohol: Mucho ojo con esto. Si te impone mucho respeto la gente, si crees que va a ser controlado, una copilla antes hay a quien le ayuda. Un quitar el miedo. Pero ojo, no te pases…
  11. Y, por favor, no uséis la palabra «amor»: No hace falta. Se presupone. Que se están casando, joder. Es como echar azúcar a la miel. ;)

Bueno, no sé… Tenéis todo el derecho a no estar de acuerdo. Esto es lo que a mí me ha servido.

4 comentarios en “¿Cómo escribir un discurso de boda?

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