¿Habéis visto «Deseando Amar» (Wong Kar-Wai, 02000)?
La primera vez que lo intenté, hace casi 10 años, no la pude acabar. Pero por buena.
Empecé a verla, muy recomendado por el Goto -aunque creo que él no la había visto-, y me estaba gustando pese a lo despacioso del ritmo. Pese a lo oriental, que se me escapa tanto a veces. Hasta que llegó esa escena que me explosionó la cabeza. Y tuve que parar. Y volver para atrás. Y volverla a ver. Y pararme a pensar qué carajo había hecho Kar-Wai en esa escena. ¿Qué recurso narrativo estaba utilizando? ¿Cómo había logrado ese efecto?
Y creí entenderlo. Pero luego ya nunca fui capaz de reservar un momento para seguir. Hasta hace unos días, que la ataqué de nuevo. Esta vez del tirón. Me quedé boquiabierto. Leí más sobre ella. Repetí algunas escenas. Obra maestra y set y partido.
Tranquilos, no haré spoilers.
Hay condensación temporal, hay tensiones quebradas, hay universos posibles, alternativas simultáneas y mucho entendimiento de lo humano. No está nada mal para un proyecto que, dicen algunos, nació con la intención de ser un pequeño documental sobre gastronomía…
Pero escribo esto por comentar la escena de la que hablaba al principio.
Una de las artes que debe dominar el narrador es la dosificación de la información. Uno tiene que ir revelando datos pero insinuando siempre que queda algo más por descubrir. Es necesario soltar migas de pan, para que el camino del espectador/lector sea ameno y gratificante. Pero ha de existir siempre una promesa latente: quedan revelaciones importantes por llegar. Es la forma de aguanta hasta el final sin que la tensión se desinfle como un globo.
Tomar las decisiones correctas y saber ejecutarlas es uno de los aspectos que distinguen a cualquier escritor solvente. Porque hay que jugar con, al menos, dos tipos de involucrados: los personajes de la historia y el espectador. Podría haber un tercero, el narrador; pero entonces no es ser omnisciente y pasa a ser un personaje más de la obra. Por lo tanto, la revelación de información puede afectar al desarrollo de la historia de tres formas básicas*:
- Síncrono: El personaje y el espectador reciben una nueva información relevante al mismo tiempo. Se aprende algo o, algo que se creía cierto resulta no serlo. «Así que el que mató a mi mujer no fue Jon-Ki Wang, sino ¡Chiu Li Fun!». Cuando esto ocurre así, el lector va de la manita del prota, enfrentándose a los acontecimientos de la misma manera. Lo normal en estos casos es que diferentes personajes tengan diferentes «piezas del puzzle» y puede que algunos se enteren de las cosas después que el espectador. Pero lo característico es que el espectador y el prota descubran a la vez.
- Diferido o Suspense: El espectador sabe algo que el personaje no sabe. La bomba está debajo de la mesa y el personaje se está tomando tranquilamente un café sin sospecharlo. Cuando se narra así, el espectador está en una posición de cierta superioridad sobre el personaje y sufre por la incapacidad del personaje para ver lo que él ve.
- Anticipado: El espectador no sabe algo que el personaje principal ya sabía pero, por algún motivo se lo había guardado. Siendo sinceros, me cuesta bastante pensar en ejemplos en los que esta técnica se utilice de una manera elegante. Normalmente, el espectador siente que, de alguna manera, se le ha «hurtado» información. Que si estaba acompañando a alguien y ese alguien sabía algo desde el principio que no ha revelado, hay un punto de traición. Pero lo cierto es que se usa. Sobre todo en narraciones tipo culebrón televisivo.
Pues bien. En «Deseando Amar» encontré una cuarta, que he llamado:
- Entrelazado: Durante la escena de la revelación, el personaje descubre algo que no sabía y el espectador sí. Pero, simultáneamente, el espectador descubre algo que no sabía y el personaje sí. Es decir, ambos reciben un impacto informativo, pero por aspectos diferentes de esa misma información.
En el caso de Deseando Amar, además, es incluso algo más complejo. Porque son dos personajes los que, cada uno, está aprendiendo algo del otro que no sabía y el espectador una tercera cosa. Supongo que le he puesto ese nombre porque no puedo dejar de ver ese nudo argumental como en una trenza para el pelo.
Conseguir ese efecto me parece un prodigio narrativo. Kar-Wai lo hace funcionar con una sencillez apabullante, pero no sé si es el primero. Así que, como entre todos los que pasáis por aquí habéis visto y leído bibliotecas enteras, aprovecho para preguntar. ¿Me sabéis decir de alguna referencia similar? ¿De algún antecedente de esa técnica?
Yo, la verdad, después de romperme la cabeza unos buenos ratos, no lo encuentro…
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* Los nombres se los pongo yo. Seguro que McKee o Levandier o cualquiera de esos han hablado de esto, pero ahora no tengo a mano buscarlos.
Es una de mis películas de cabecera. Gracias por analizarla así.
Muy interesante para poder seguir por ese camino.