«Desde tiempo inmemorial el hombre ha anhelado destruir el Sol».
(Montgomery Burns)
Es un universo pequeño pero completo, como las ecosferas aquellas de la NASA. Y después de casi veinticinco años sin parar de emitirse y los cientos de reposiciones en nosecuantos canales, está claro que tenemos a los personajes y sus historias completamente asimilados.
Cada cultura tiene sus referentes. Sus maneras de no tener que explicarlo todo cada vez. De poner un nombre propio a un tipo de persona y un título a su historia.
Ha habido tiempos en que, en Occidente, el acercamiento a la realidad, lo que estaba de moda, o a lo que se dedicaba la gente culta para no tener que explicarlo todo, era hacer referencia a la mitología griega. Desde entonces perduran expresiones como ser un narcisista para los engreídos, que los hipersexuales sean sátiros o ninfómanas o que un viaje accidentado sea una odisea.
La biblia también ha estado ahí durante siglos. ¿Hay alguien que no sepa qué es un hijo pródigo, un buen samaritano, un fariseo? Si alguien está libre de esto, que tire la primera piedra. (¡ZASKA! y Jesús –¡Joder, Mamá, se te va la pinza!).
La comedia del arte, las fábulas, los cuentos de hadas… todos forman parte de ese imaginario colectivo.
Pero hoy en día, sobre todo entre los nacidos de los setenta para adelante, el referente principal -a años luz de distancia- es Los Simpson. Esto es indiscutible (aunque entre los más frikis, Futurama no quede lejos).

¿A que reconoces, al menos, a 25? – Click para agrandar –
Así que si uno dice «¡He tenido un Homer Simpson!» otro puede contestar «Simpson, ¿eh? No olvidaré ese nombre» y compartir una sonrisa cómplice. (Si tienen el día tonto, igual hasta se ríen mucho). Juro que tengo amigos capaces de mantener conversaciones enteras en jerga y partirse. Que se explican cómo funciona el mundo laboral (…pobre Graimito), las religiones, la irresponsabilidad civil o la relación con el alcohol.
Las últimas temporadas, hay que admitirlo, no han sido tan brillantes como lo fueron las primeras. Pero es que fueron «las primeras» doce o quince temporadas las que mantuvieron un nivel sideral. Y eso es dificilísimo. Con inteligencia, con ironía, con un dominio de la narratividad insuperable, han conseguido capturar el espíritu de su tiempo y calar en generaciones enteras. Creo que es a lo más grande a lo que puede aspirar un creador.
No sé si fue algo premonitorio por parte de Matt Groening o pura casualidad eso de que la estrella de la serie sea, precisamente, Homero.
Vaya chapa hoy, ¿no? Casi que… ¡Vámonos átomos!
¿Sabías que «Hijo pródigo» no se refiere a que vuelve a casa, sino a que se gastó todo el dinero? Hemos torcido el sentido de la parábola. Realmente alguien pródigo es alguien dadivoso, derrochador, manirroto… y así era ese hijo. El tema es que como volvió a casa y le cogieron con mucho cariño, nos quedamos con eso. No con el verdadero sentido del adjetivo.
Así es, sí. El pródigo es el que se prodiga (http://lema.rae.es/drae/?val=prodigarse) con los bienes.
De todas maneras, creo que hay un «el retorno de» implícito en la expresión. Aunque no todo el mundo lo use bien….
Pasa a veces. A menudo escucho a gente utilizar la palabra «modesto» como «engreído» porque se ha utilizado tanto con sentido irónico que ya no se distingue…
Así es como las palabras pasan a significar una cosa y su contraria. ;)
Yo siempre apoyaré a los Isótopos.
Yo es que siempre he sido más de Shelbyville…
Por eso de las primas, que están muy buenas.
Por cierto, me parecería una pena que no quedara reflejado en este post un vídeo que me puso un colega como comentario ayer en FB: