Sí, lo sé. Cuando tus compañeros de curro te piden 2 euros para un décimo hay que pillarlo sí o sí. Para no ser el único capullo que está en la oficina al día siguiente. Pero es que yo no juego.
Y no juego porque no quiero que me toque.
De manera casi independiente a nuestro nivel de riqueza, la mayoría de nosotros tenemos la sensación de que nuestra situación económica no nos permite hacer todo lo que quisieramos. Imaginamos el ganar grandes cantidades de dinero como una liberación a muchos de nuestros problemas, la oportunidad de dejar de trabajar, de poder hacer regalos a las personas más queridas o incluso -decimos- de donar a los necesitados.
Pero no solemos tener en cuenta los costes de ganar tanto dinero de esa forma. Y no son nada despreciables:
- Te aisla de tus iguales: No es verdad que te ayude a afianzar amistades. Muy al contrario, a menudo los ricos instantáneos se vuelven desconfiados. Dejan de creer en los buenos sentimientos de quienes se acercan a ellos a los que consideran interesados -a menudo, sin duda, con razón-. Aun en el caso de que invites a tus amigos, ¿quien puede permitirse el tiempo de irse de vacaciones a Thailandia cada mes? Y aunque los invitaras a todo ¿quién te garantiza que el invitado no vaya a sentirse inseguro, incómodo o incluso tratado con superioridad? No son tan extraños los casos de gente que, simplemente, desaparece.
- No te hace pertenecer a la élite económica: Desengáñate. La gente del club de polo nunca te va a considerar como uno de los suyos. Da igual que tengas más dinero que ellos, más cultura o más sensibilidad. La «clase» es algo así como un título nobiliario o la nacionalidad andorrana. Tienes que vivir 30 años entre ellos para que tus hijos tengan derecho a pasaporte.
- Las malas compañías: Y no me refiero solo a gorrones o gestores con mala idea. El riesgo de extorsiones por parte de grupos organizados son más que reales. Como el caso del italiano que ganó el mayor premio de la historia de europa y que, unos meses después, escribía angustiado al Corriere della Sera porque estaba siendo acosado por la mafia.
Y ya ni hablamos del peligro combinado de ganar mucho dinero y ser un capullo. Y que sea una broma. Bueno… probablemente el vídeo es un fake… (Lo pongo subtitulado en portugués, porque no lo encuentro subtitulado al castellano,mis disculpas).
No me estoy inventando todo esto, no. Se trata de un síndrome que existe, y en inglés lo llaman «Sudden Wealth Syndrome» (no confundir con el «Paradise Syndrome«, que también tiene lo suyo) y que entre sus síntomas se encuentran algunos como:
- Profundos complejos de culpa.
- Sentirse paralizado e incapaz de tomar decisiones sobre qué hacer con el dinero.
- Sensación de no merecer el dinero o de que, en realidad, no te pertenece.
- Obsesionarse con los mercados de valores (o indicadores de su riqueza).
- Miedo irracional a perderlo todo de un día para otro.
Pero de todo esto no se habla apenas en los medios. Porque aunque se repite mucho el tópico de que «el dinero no hace la felicidad» se nos vende constante y sutilmente la idea de que no, no la hace, sino que la compra ya hecha.
Alguno habrá pensando. «Bueno, pues juega, y si ganas lo donas a obras de caridad».
Ya, sí… ¿Y si luego un -hipotético- hijo mío necesita un tratamiento que no puedo pagar? ¿Cómo encajo eso? La sensación de haber «perdido» el dinero no es, ni lejanamente, la de no haberlo tenido nunca.
Así que, siendo sincero, confieso que no me considero lo suficientemente estable psicológicamente. No puedo estar seguro de que no me afectará y acabará haciendo mi vida mucho peor de lo que es.
Por eso no juego. No es que no me vinieran bien 20.000€. Pero un premio gordo… eso da demasiado miedo.
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Más información: La Maldición de la Loteria.
Con tu Permiso, Toto, meneo el artículo.
Por cierto, a mi me tocaron 2500€ hace dos años por navidad. Y nunca juego, escepto esa vez, claro.
2500€ no te vuelven loco y aunque tampoco te hacen tremendamente feliz, si que te dan una alegría. Creo que se podría decir lo mismo de 60.000€. Puede que incluso de 600.000€. ¿Donde está el límite de ser asquerosamente rico y demente de golpe? ¿Y si te toca la lotería y donas todo a UNICEF? Humm… Alguien sería más feliz. Creo.
Tontería de artículo por dios…
Si te ofrezco 100000 leuros, los rechazas? No me lo creo
Toda la razón, Huinen.
Puede que el tema está en cuanto dinero puedes recibir de golpe (el «de golpe» es importante… de manera gradual creo que es mucho más fácil) sin que te suponga más problemas que alegrías.
100.000 euros, anónimo, no me sacarían de pobre realmente. ni siquiera dan para un piso. así que me supongo capaz de gestionar esa cantidad. el tema está cuando te tocan 140 millones de euros (como en los links que he puesto) y de la noche a la mañana tu vida cambia radicalmente.
no somos invulnerables a eso.
en la referencia que pongo donde «más información» lo comparan con un buzo que sufre una descompresión. me parece una metáfora muy acertada, la verdad.
Una vez cubiertas las necesidades básicas, por supuesto (no vamos a ir de guays cuando no sabemos qué es pasar hambre), siempre será más libre aquel que tiene menos que perder… aunque parezca que los asquerosamente ricos no tienen de qué preocuparse, pagan a otros para que se preocupen por ellos (otra comedura de cabeza es elegir bien a esas personas). Supongo que será difícil entonces mantener el equilibrio entre ocupación mental y despreocupación.
No se trata sólo de poder adquirir cosas, luego hay que ocuparse de ellas, entran en tu vida y pugnan por tomar sus riendas, volviéndonos un poco marionetas… un poco como el reloj de Cortázar
http://www.patriagrande.net/argentina/julio.cortazar/historias.de.cronopios.y.de.famas/preambulo.a.las.instrucciones.para.dar.cuerda.al.reloj.htm
El pueblo siempre seguirá soñando que «cuando sea rico», ya no tendrá más problemas… A veces es mejor tener sueños que motiven que realidades que decepcionen o, por lo menos, no cumplan las expectativas. Porque las expectativas, sólo uno mismo es capaz de colmarlas. Así de sencillamente complicado y complicadamente sencillo.
Y lo de comprar la lotería, generalmente viene más guiado (especialmente en este país) por el sentimiento de envidia que provocaría el ver que tu compañero ha conseguido algo (aunque sea poco), que por el valor en sí de lo que puedas conseguir. Archidemostrado, basta con hacer la prueba siendo el único que no compra para que entonces todos te digan/te acosen/atosiguen «¿y si toca a todos los demás y a ti no?»… «Pues si toca, me alegraré por ti» :)
Según mi propia experiencia, nada en mi vida que haya tenido que ver con el dinero me ha quitado felicidad y mucho menos me la ha dado. Supongo que la felicidad tiene que ver con las relaciones humanas y lo único bueno que proporciona una enorme cantidad de dinero es tiempo libre y medios para hacer cosas en ese tiempo, y sólo aquéllas por las que haya que pagar. Un poco limitado, es cierto.
Pero yo confieso que juego. Juego porque me encantaría ver una puesta de sol en Bora Bora, disfrutar del aroma a especias de Zanzíbar, bañarme en el Mar Muerto y comerme un helado gigante en Ghirardelli en San Francisco.
Aunque pensándolo bien, todo eso es algo que podría hacer ya…
Someone:
De acuerdo con todo lo que dices. Por supuesto que en el artículo estoy hablando sólo de mí mismo (ya lo dice el título, «por qué no juego») y me puedo permitir no querer ganar porque tengo una vida razonablemente feliz. En realidad, creo que la satisfacción con la situación de cada uno es un tema meramente personal, cuestión de carácter diría.
Me sorprenden mucho las reacciones de la peña a este artículo. El hecho de que parezca inconcebible que uno no quiera hacerse multimillonario de la noche a la mañana (el factor tiempo también es importante).
Lo que quería decir con todo esto es que es, como mínimo, ingenuo pensar que todos los cambios en la vida de uno vayan a ser para bien. Y cuando uno no se puede quejar demasiado, como es mi caso, creo que es razonable no querer cambiar. ¿No?
Curiosa:
También de acuerdo contigo.
La felicidad, lo que valga la pena «la experiencia vital» de cada uno, creo que tiene mucho más que ver con nuestra manera de relacionarnos con nuestra gente y nuestro tiempo. Decía Bruno Bettelheim que «para alcanzar la felicidad, para aprehenderla, es necesario sentir que uno puede realizar una valiosa aportación a la vida, si no ahora, al menos en el futuro».
Me parece una frase totalmente iluminadora.
Y está el tiempo, sí. El recurso más valioso que tenemos con muchísima diferencia. Todo el dinero del mundo no te da para comprar un minuto de vida. Y sin embargo los tenemos todos ahí, y a menudo los desperdiciamos.
Deberías irte pensando ya mismo lo de Zanzíbar… ;)
¡Aaayyy! Si tuviera con quien, me iría mañana mismo.