El ejercicio del otro día lo pensé un poco como pasatiempo casero (quizá también para el grupo). Se me ocurrió que podría ser divertido dedicarle un rato alguna tarde.
Lo hablé con Eva y, en lugar de ver un Ilustres, nos pusimos a ello en el sofá, cada uno con su portátil. Yo acabé antes y ella me pidió -por favor, por favor, por favor- prórroga. ¿Y cómo no dársela?
Así que para cuando acabé de preparar la cena, la muchacha se me había desmarcado con esto:
Phillies Pub
El hombre que les da la espalda es Marvin Phillies, mi padre.
Heredó el pub Phillies de su padre, que a su vez lo heredó de su abuelo, que se dice que lo ganó haciendo trampas en una partida de cartas. Aunque lo dudo mucho, en casa siempre se dijo que era un hombre cobarde. Creo que no se hubiera atrevido a tales tretas.
Siendo yo muy joven, en edad de producir, decidí salir a ver mundo, no muy lejos. Me bastaba con escuchar un ligero cambio de acento y conocer otros licores, trabajos y mujeres. Entonces, como ustedes, encontré la espalda de mi padre. Así que, en lugar de eso, seguí trabajando en el bar, que heredé a su muerte.
Sigo viviendo con mi madre, a la que cuido. Desde mi habitación, que conservo desde niño, se ve el bar. Así que cuando no estoy trabajando, lo veo desde casa.
En cuanto a mis planes de juventud, no me puedo quejar. He podido conocer muchos licores. Trabajos no he tenido más que este. Aunque llevar en solitario el pub hace que tenga que lidiar con tareas muy variadas.
Si hablamos de mujeres, a través de la cristalera veo algunas pasar. Y luego está ella.
Todas las noches se asoma a la ventana, como hacía yo de niño.
Los miércoles baja con John al pub. Ese día, a él no le escupo en la copa y a ella no la veo tan guapa como cuando está en casa, sola, con su camisón oscuro. Ese día, yo me levanto antes para planchar mi uniforme más nuevo y afeitarme con toda la precisión que puedo. Ella, en cambio, se muestra distante. Pero yo no me enfado, supongo que quiere evitar desatar celos en John, al fin y al cabo, tiene que convivir con él.
Esta es la estampa de mi vida.
Me reconforta ver a mi padre cada noche, sentado en su banqueta preferida. A última hora del- día, antes de irse, siempre me dice: “Has elegido la vida correcta, hijo”. Y entonces, me voy a casa y puedo dormir.
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¿Cómo no iba a necesitar una prórroga, la criatura? ;)
Aunque no era la idea que tenía del ejercicio, me gustó mucho la idea de crear un relato ilustrado pero, en lugar de partir del texto, partir de la pintura. Seguro que se habrán hecho cosas así antes, pero no se me viene ningún ejemplo a la cabeza.
Sirva también como ejercicio.
(…y ojo, que todavía me queda el último de esta serie).