Los riesgos de una buena nurda

Me comentaban el otro día que se estaba trabajando en desarrollar unas nanocápsulas que podrían hacer que los efectos de la borrachera desaparecieran de manera prácticamente instantánea, eliminando el alcohol directamente de la sangre.
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Ninguno de los ratones participantes en este experimento aceptó cambiar su puesto por uno de experimentación en terapias anti-hemorroides.

Divagamos algo sobre el tema, qué posibilidades tendría y salían muchas.

En situaciones de corto plazo, seguro que sería la bomba contra comas etílicos o intoxicaciones graves. Y, si fuera tan simple como llevar una pastilla en el bolsillo, podría salvar unas cuantas vidas al volante: una antes de coger el coche al volver de fiesta y arreglado. Y ya estoy viendo al lobby de los taxistas en pie de guerra…

Pero en el medio plazo. ¿No ayudaría a trivializar -aún más- el consumo de alcohol? No sería como mandar un mensaje de «emborráchate cuanto quieras, no hay consecuencias«.

Y peor aún, ¿qué efectos secundarios podría tener?

Imaginad, por ejemplo, que las pastillas ¡te pusieran nurdo!

Esto de las nurdas es un concepto que leí en el Rechicero, de Terry Pratchet (vía «En Nuestro Garito«):

“(…) al tiempo que bebían su café con orakh del desierto. Esta bebida, fabricada con savia de cactos y veneno de escorpión, es uno de los brebajes alcohólicos más virulentos que existen, pero los nómadas del desierto no lo beben por su efectos en ese sentido. Lo beben porque con algo tienen que mitigar los efectos del café klatchiano. Y no es porque ese café se pueda usar para impermeabilizar tejados. Ni porque bajara por el estómago entrando como una bola de fuego a través de un barril de mantequilla. Lo que hacía era peor. Te ponía nurdo. En todo universo mágico de verdad, todo tiene su opuesto.(…) Según este mismo principio, un estado de nurdez no es una simple sobriedad. Por comparación la sobriedad es como bañarse en algodón. La nurdez acaba con toda la ilusión y toda la confortable neblina rosa en la que suele vivir la gente, y permite pensar con claridad por primera vez. En estos casos, tras gritar un poco, uno se asegura de no volver a coger una nurda.”

Un drama, señores.  Tomar conciencia a ese nivel podría ser el fin del mundo tal como lo conocemos, de la comodidad, y hasta de este modelo de democracia.

Una sociedad, tal vez, llena de «raros, con virtudes poderosas, como la honestidad, el estoicismo, la austeridad y la clarividencia”. Tal vez, incluso, repleta de poetas que ya no tendrían que beber para integrarse en sociedad. (Por eso   hay quien les dice a los borrachos: «¡Tú, que vas como un poeta que ha cobrao!«)

La transición al mundo de los nurdos sólo podría darse con violencia.

Nah. Casi mejor, quedarse en la neblina y la resaca…

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8 comentarios en “Los riesgos de una buena nurda

  1. Es curioso, desde que me operaron y desapareció el dolor (seis años de dolor, que se dice pronto, de dolor con analgésicos de los que te tienen atontao todo el día), creo que he entrado en un estado mental bastante extraño: mucha objetividad, inventiva, razonamiento, intuición, lógica. Una extraña borrachera de sobriedad a la que no sabía poner nombre, hasta que leo esta entrada. Creo que llevo una temporada bastante nurdo, y debo decirte que después de un túnel de seis años de largo, es una sensación de lo más agradable. ¡Qué miedo me da la resaca, que llegará, seguro!

    1. Pues no es ninguna tontería eso que dices. Además de las paladas de analgésicos que te hayas podido meter en el cuerpo, seguramente tu organismo haya tenido que aprender a segregar muchas endorfinas durante ese tiempo, para tener el dolor aplacado. (El cuerpo se hace bueno en lo que sea que esté haciendo: segregar endorfinas? pues segregar endorfinas). Así que, ahora que no tienes dolor, es posible que pases una época bastante nurdo, sí. Aprovéchala. ;)

      Y, por cierto, quién sabe… Quizás después de 6 años ya hayas superado el «umbral homeostático» tras el cual las cosas desisten de volver a su cauce natural y te quedas así. Nurdito, pa toda la vida. :D

  2. Pues esto que dice Ricardo… no sé…
    Una vez estuve más de dos años sin beber ni una gota de alcohol. Ni olerlo. Yo no quería pero en fin… Y aunque nunca he leído a Terry Pratchet, apostaría algo a que pasó alguna vez por esa experiencia. Esa experiencia se llama nurdez.
    Empieza siendo una circunstancia algo desagradable: a partir de cierta hora no queda más opción en el mundo que aguantar borrachos y por supuesto nunca en tu vida habías tenido tantas ganas de pasar por un coma etílico. Es un pequeño reto, claro, eso de salir sin beber y no huir a los cinco minutos, tiene su punto, pero acaba convirtiéndose con el paso del tiempo en un estado de nurdez insoportable. Es como si cada día (y mucho peor cada noche) tu cerebro viera un poco más allá… Subes niveles en la escala de la lucidez. La gente te cuenta cosas que no quieren contarte y que pagarías por no saber y la capacidad de observación/deducción crece y crece y al final acabas coleccionando una ingente cantidad de secretos ajenos de los que nunca te podrás deshacer….
    ES UN DRAMA!!!! La sobriedad está sobrevalorada. Por qué nadie querría condenarnos a una vida de nurdez interminable? Brindo por la sordidez de los domingos con resaca y por la neblina que no nos deja ver!

    1. Qué bueno, Cova! Te entiendo perfectamente. Yo he tenido también épocas parecidas. Algunos ratos, con un borracho en cada lado, manteniendo sus propios monólogos. Vaya tela. XDDD

      Supongo que un poco de neblina es lo justo y necesario. ;)

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