Madre dijo

Madre dijo por la mañana que esta noche yo llevaba la cena. Ya sabía que me lo iba a decir. Hace cinco lunas que no soy una niña.

El sol está muy arriba aún, y el suelo muy seco porque todavía no han empezado las lluvias. Caminaremos rápido y me dará tiempo a llegar al lago y volver a casa antes de que se haga de noche. Madre estará entonces encendiendo el fuego.

Al poco de dejar el poblado me encuentro a Rosi. «¿Vas al lago?”. ««. “Yo también”. “Ya veo”. “Madre dijo que esta noche la cena la llevaba yo”. “¿Ah, sí?… ¿Ya?”. Rosi siempre se hace la chula conmigo porque es mayor que yo. “Sí. Desde hace cinco lunas”.

Yo quiero hablar, pero ella me responde muy poco. Así que caminamos rápido. Ojalé estemos de vuelta antes de que se haga de noche.

De pronto, Rosi me coge de la mano y me dice en voz baja: “No te des la vuelta”. Y yo me la doy. “¡Te he dicho que no te des la vuelta!” “¿Cuánto hace que nos sigue?” “Mucho rato”.

Empezamos a andar aún más deprisa pero no queremos que se note que escapamos. Sin embargo, no hay manera de despistarla. Sube y baja por las cuestas, a veces parece que se entretiene, pero no se sale del camino. “¿Quién nos la habrá mandado?”, me dice Rosi en voz baja. “No lo sé”. “¿Y por qué?” “Igual es tu madre, para ver qué haces con las vueltas de la compra”. “¡Eh! ¿Qué quieres decir con eso?” “No sé…»¡Pues entonces te callas!

Seguimos caminando rápido y en silencio. Después de subir un alto, el viento nos pega el vestido a la espalda. La bolsa aprovecha para saltar hacia nosotras, a zancadas muy largas. Rosi me empuja fuerte hacia un lado, me caigo y me hago daño en el codo. La espía pasa justo por donde yo estaba y entonces se eleva hasta la altura de varias cabañas. Por suerte, se queda enredada entre las ramas de un baobab.

Rosi respira hondo. Yo no me he hecho sangre, pero se me ha roto más el vestido con las piedras del camino. “¡Mira lo que has hecho!” le digo. “Cállate tonta” me responde, y luego sigue en voz baja “¿No ves que el espíritu ya no podrá seguirnos? El árbol lo ha atrapado. Así que deja de lloriquear, niña. Andando”. Rosi siempre se hace la chula conmigo.

Al poco rato llegamos al lago. Seguimos el camino estrecho y empinado hasta la orilla. Uno de los pescadores está tumbado en la barca, ahora en tierra, junto a la cabaña. El otro nos mira sentado desde detrás del mostrador. No hay más clientes.

Buenas tardes”, dice Rosi. «Buenas tardes» responde él. Se preguntan por la familia y por el día. “¿Cuanto cuestan las sardinas?” “¿Las sardinas? Ay, ay…” Rosi no contesta, así que el hombre sigue  “…las sardinas son baratas. Cuestan cinco el kilo. Pero esta perca, ¡sólo cuesta siete!”. Ella me mira de reojo, con la barbilla alta, y responde: “Vale, me llevo la perca”. El pescador le sonríe y se lo envuelve. Rosi saca del bolsillo todas las monedas que tiene y se las enseña en la palma abierta de la mano. El pescador las mira y le coge una moneda de cinco y dos de dos. Yo no digo nada. Rosi siempre se hace la chula conmigo.

Pues yo quiero ése otro pez” digo. “¿Ese?” ««. “Éso es nkupi, y cuesta nueve, pequeña. ¿Te ha dado tu mamá tanto dinero?”. “Bueno…» Él no dice nada, pero me pone ojos serios. “Madre dijo que esta noche la cena la llevaba yo”. Entonces el pescador me mira de arriba a abajo. Una vez. Y otra. A mí me da mucha vergüenza. Me miro las manos y me engancho los dedos unos con otros. Donde más fuerte me aprieto se me ponen casi blancos.

El primer pescador llama al otro: “Quédate tú en la tienda un rato, ¿quieres?” El otro asoma la mano por encima de la barca.

Ven”.

Ya no me mira a los ojos. Me coge del brazo y me lleva dentro de la cabaña. Está oscuro y huele a hombre y a pescado.

Cuando por fin salgo, el otro pescador sigue en la barca y Rosi me espera bajo un árbol, dibujando en la tierra con un palo. “Te dije que te quedaras en la tienda” le riñe el primer pescador al otro. Una mano se asoma desde el fondo de la barca.

El hombre envuelve un pedazo de pescado y me lo da. Antes de irnos, me limpio las piernas el lago. “Date prisa” dice Rosi.

Volvemos al camino. Ya no camino tan rápido.

Ojalá lleguemos a casa antes de que anochezca. Esta noche llevo yo la cena.

Nota: Escribí este relato en el año 02005 y fue publicado en el libro «Si el norte fuera el sur» (para la Fundación El Compromiso). Al encontrar mi blog en webarchive pude recuperarlo. Lo traigo aquí con algunas modificaciones. 

7 comentarios en “Madre dijo

  1. Muy bueno, Luis. Me ha encantado cómo describes, a través del relato, sin explicaciones, la inocencia y la inocencia perdida (tú lo explicas mucho mejor con tu relato) de la niña, en un texto que es a la vez poético y político, en el mejor sentido de las dos palabras. Ah, y el título es perfecto (a mi entender, dota al texto de una fuerte carga simbólica que se aprecia desde el principio pero totalmente al final).
    Bueno… felicidades. ;)

      1. Vaya por delante que tu respuesta me parece elegante. Yo escribía para picarte y no has entrado al trapo.

        Ahora bien, no veo relación entre mi «opinión» y la parte del post al que haces referencia.

        1. Gracias por el comentario. Me parece muy honrado.

          No «entro a trapos» porque cuando uno decide presentar las cosas que escribe de manera «pública» tiene que estar dispuesto a aceptar las críticas y saber gestionarlas. Ser capaz de aprender de lo que te digan y no caer en el error de pensar que son ataques personales. Al fin y al cabo, _uno no es su obra_: https://luistarrafeta.com/2012/07/02/sobre-concursos-literarios-ser-jurado/).

          A lo que me refería con el otro post es que cada texto (cada obra en general) tiene su público en función de la «consonancia y disonancia» que le produce. En tu caso particular, has encontrado el texto tópico porque, con seguridad, has visto demasiado elementos «reconocibles» y pocos que te hayan aportado algo nuevo. Otros lectores han apreciado un tipo de valores diferentes. Quizá no conocían la situación (más que real, por cierto, que ha dado para mucho debate en el mundo de la cooperación) de algunos segmentos sociales en según qué países. Quizá les haya gustado el tratamiento… Cada uno sabrá.

          La cosa es que cada sapo tiene su sapa, ¿no es lo que suelen decir?…

          ¡Un saludo!

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