Y, como lo prometido es deuda, os cuento algunas de las conclusiones a las que llegamos mi amigo con el que hablo de cosas raras y yo sobre qué pasaría si el total de la población mundial se encontrara de pronto en un planeta de condiciones similares a la tierra, siendo tal y como somos, pero sin tener nada de lo que tenemos.
He de decir que, en mi opinión, los comentarios de la anterior entrada van bien encaminados. Pero me apetece profundizar más en algunas cosas. Por supuesto que me voy a quedar cortísimo, pero es que el tema da para un libro.
Por llevar un poco un orden voy a ir por partes:
- Sobre la pérdida del conocimiento:
Empiezo por aquí, que igual no es lo más lógico, porque me he encontrado con personas, muy inteligentes, muy científicas, que en cuanto escucharon el planteamiento dijeron: «No pasaría nada. Almacenaríamos el conocimiento, y al cabo de 100 años estaríamos igual que ahora».
En mi opinión, eso está muy lejos de lo que en realidad sucedería.
En primer lugar, porque habría muy pocos medios para almacenar el conocimiento. Sería inconcebible pensar en desarrollar algo parecido a un ordenador actual partiendo de la naturaleza pura. ¿Cuánto conocimiento y tecnología acumulado es necesario para realizar el diseño, extraer los materiales, ensamblarlos, recrear condiciones de salas blancas, etc, etc?..
Una imprenta sería mucho más sencillo, está claro. Pero incluso la extracción de los metales seguiría suponiendo un reto. Hasta el papel y la tinta serían cosas que muy pocos podrían obtener partiendo de los elementos naturales.
Cada persona con un mínimo de formación que muriera se estaría llevando consigo una parte fundamental del conocimiento de su comunidad. Un conocimiento, por otra parte, bastante inútil en esas condiciones. ¿A quién le puede interesar tus capacidades de programación en PERL cuando estás en un planeta vírgen y todo el mundo está desnudo? Incluso los mejores cirujanos resultarían casi inútiles sin su material, sus anestésicos, su tecnología asociada.
- Sobre la salud
Porque la muerte estaría muy muy presente. Con unos recursos alimenticios primitivos, con unas condiciones de higiene limitadísimas, sin medicación y a merced de los elementos y de las criaturas salvajes… Creo que no exagero si digo que una inmensísima mayoría e de la población mundial moriría en el plazo de unos meses-años.
¿Qué porcentaje? Pues no lo sé. Pero dejadme jugar…
Se calcula que en el Neolítico, la población mundial era de aproximadamente 8 millones de personas. Las condiciones de las que hablo son muy equivalentes. La diferencia es que ellos estaban preparados para ello, porque contaban con la cultura adecuada. Creo que si digo que de los 6.700 millones de personas que somos, sobrevivirían entre 10 y 100 millones, no me equivocaría mucho.
¿Y quienes sobrevivirían? Pues especialmente, aquellos que vivieran en zonas tropicales y provinieran de culturas mucho más primitivas que nuestro idolatrado occidente. Tribus que mantengan una herencia muy viva del neolítico y no hayan tenido mucho contacto con el hombre blanco.
- Sobre los recursos
Sin las condiciones de desarrollo a nivel de producción, transporte, almacenamiento sería imposible abastecer a la población.
Sin capacidades de transporte y comunicación, la organización de las sociedades se vería limitada, al menos inicialmente, a pequeños grupúsculos del tamaño de tribus. Sin duda extremadamente competitivas entre sí. Lo cual desembocaría claramente en el último tema.
- Sobre la barbarie
Reconozcámoslo. La historia nos lo recuerda constantemente: en cada momento duro, en cada momento de necesidad, los instintos más bajos del hombre han aflorado. La guerra, la muerte e incluso la tortura y la crueldad innecesaria se han adueñado del escenario.
Hicieron falta decenas de miles de años para que vinieran Rousseau y compañía nos convencieran de la bondad del hombre. Esa biblia-laica-occidental que son «Los Derechos Humanos» no tuvo algo realmente parecido hasta el siglo XVIII. Fue necesario alejarse mucho del hombre primitivo para llegar a ello.
Así que…
Conclusión general: No damos un duro por el ser humano en esas condiciones.
Eso sí. Si alguien quiere hacer una lectura positiva de este asunto, lo tiene muy fácil. La cosa es que, si os lo digo yo, entonces no lo pondríais en los comentarios, ¿verdad?… ;)
Interesante articulo Toto. A mi también se me ha ocurrido a veces pensar cosas por el estilo. ¿Le doy un «meneito», ok?
¡Un saludo!
gracias, tron.
sabía que te iba a gustar.
como te puedes imaginar, se ha notado en las estadísticas un tanto. aunque no como la última en la que me pusieron a parir! jajaja ;)
Hay una cosa con la que no estoy de acuerdo y me permito opinar de forma diferente… la barbarie.
¿Qué diferencia hay entre el Neolítico y la sociedad actual que más conocemos (sí, la occidental, la culta, la comedida, la democrática, la heredera de la Ilustración y la Revolución)? En el fondo, no ha cambiado nada, la barbarie es intrínseca al instinto de supervivencia (y por ende al ser humano como a cualquier otro ser vivo), y es por ello que es más palpable en los momentos en los que hay que aplicar de forma más fuerte o visible ese instinto.
Lo único que se ha logrado es revestirlo con esa pátina de civilización que tan buenos reflejos da… Se rasca un poco y se ve la verdadera naturaleza del ser humano, sólo que ahora se presenta de otra manera.
No hace falta ir al Neolítico a buscar barbaries, basta con leer la historia del siglo XX, mismamente la europea. Y no sólo en épocas como la II Guerra Mundial. ¿Tan lejos nos quedan los Balcanes? (temporal y espacialmente). O quedándonos más cerca, por ejemplo, ¿somos conscientes que vivimos en un país que ha estado exportando durante años minas antipersona de forma bastante rentable, así como otra serie de armamentos? Eso sí, qué sensibles nos ponemos cuando vemos al niño de la pierna de metal en la tele…
Y los derechos humanos, ¿realmente los aplicamos a todos los seres humanos? (y no hablo en regímenes menos democráticos, sino en los que se consideran defensores de la democracia). Cuando se vulneran esos derechos y se consigue disfrazar de bien común, de «mira qué malo es el otro, qué bueno soy yo, he obrado bien», y se acaba justificando de una u otra manera, disolviéndolo en el conjunto «justo» del sistema… El sistema es en el fondo una masa amorfa… Entonces, habría que preguntarse ¿hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar autojustificándonos? ¿Quién marca el límite? ¿Dónde está?
No creo que nos diferenciemos mucho ni seamos mejores que aquellos alemanes que eligieron democráticamente a Hitler, que comenzaron cediendo en cositas pequeñas, hasta que de ahí se pasaron a otras más grandes, hasta acabar considerando «normal», justificado y favorable al bien común verdaderas atrocidades. Cuando el régimen totalitario ya está plenamente instalado, mucha gente actúa guiada por el miedo, de acuerdo. Pero hasta llegar a ese estado, ha habido que dar muchos pasos anteriormente, pequeños pasos de concesión y de «excepciones» a la norma o conducta considerada como social, moral y éticamente aceptable.
Creo que es algo sobre lo que reflexionar… Y no es una visión negativa sobre el ser humano, no. El ser humano es capaz de hacer grandes cosas y muchas buenas. Pero, queramos o no, hemos evolucionado técnica y científicamente (incluso socialmente con esfuerzos como los de los Derechos Humanos), pero seguimos conservando nuestro instinto animal (por acción o por omisión).