Crítica a «Te cuento un cuento de Babalú» de Eduardo Galeano

En verde los aciertos, en rojo los desaciertos, en azul los comentarios. Todo ello, por supuesto, desde mi punto de vista más estrictamente personal.

TE CUENTO UN CUENTO DE BABALÚ
Alguien sabe qué es babalú? Debería saberlo o importarle? Forma parte de algo más amplio?

Pero, sobre todo, por qué lo llama cuento cuando lo que hay después no es un cuento? No hay relato, no hay fábula. Es básicamente una descripción emocional de un momento concreto de dos personajes. La simbología, cuando la hay, son metáforas para explicar lo que ya se ha dicho explícitamente que sienten los personajes. Son aclaratorias. Podría ser más un cuento si de alguna manera, se contaran cosas (cuentos?) que ampliaran, sustituyeran o contradijeran aquello… 
Abuso de los puntos suspensivos iniciales e intermedios, a mi parecer. Sólo lo señalo aquí.
Ella nunca más pisará, lo sabe, este lugar donde ha sido feliz. Esta es la única clase de peligros que realmente teme: estará prohibido mirar, prohibido retroceder hacia este tiempo que ahora se está terminando y hacia este casco de una hacienda en ruinas.
El estilo, más prosa poética que otra cosa, está bien logrado. Quizá no es lo que más me interese como lector, pero al césar…
…Él sigue durmiendo. Es raro que duerma tanto. Nunca puede dormir más de un par de horas, y hasta eso le resulta difícil, por culpa del maldito zumbido que no se le apaga nunca en el centro de la cabeza.
No sé si no lo hay o no he sabido ver más referencias a ese zumbido. Si fuera así, una pena.
La camisa de él, abierta sobre los pechos de ella, parece un camisón de fantasma; le llega casi a las No, un regalo no, no te pido que me la regales: quiero tenerla, pero que siga siendo tuya.
…Abre la boca pero ella se adelanta y, sin mirarlo, dice:
— Ya sé que te vas. Sé que te vas hoy, ahora.
Él se asombra. Lo había olvidado. Es increíble. La voz baja, casi ronca, de ella, suena a noticia, no a reproche.
¡Esa puntuación!
Pero, ¿realmente lo había olvidado?
… — Soñé con un pájaro gigante, que llevaba una ciudad adentro.
El mejor ejemplo de lo que decía en el primer párrafo. Aquí sí que hay cuento.
El pájaro subía y subía y… 
Ella mueve la cabeza, los ojos tristes, la boca contenta. Hay tantas cosas que quisiera decirle.
— Vas a enfermarte, ahí, en la ventana.
Decirle: desde que te conozco, todos me encuentran cambiada. Decirle: quiero tenerte como tengo mis piernas o mis manos. Decirle:  ya sé que también para ti será difícil. Pero yo no sé lo que quiero ni para qué nací, para que estoy hecha, por qué…
Y simplemente comprueba, sin el menor dramatismo:
— Yo sabía que te ibas a ir.
Está bien esa disonancia entre lo que le dice y lo que quisiera decirle. Hemmingway y su iceberg dirían de quitar absolutamente todo lo de ahí en medio. (Ejemplo: Colinas como elefantes blancos). No es necesario escribir así, pero…
Él frunce las cejas, no dice nada. La mira. Quisiera lamerla, como a un helado. Nunca había sentido, con nadie, lo que siente con ella. ¿Será posible ahora volver a ser nada más que la mitad de algo?
Me vuelvo
¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! ¡¡¡CATÁSTROFE!!!

Quién está ahí volviéndose? En este relato había un narrador, bastante omnisciente, por cierto. No había ninguna primera persona capaz de hacer eso de volverse ahí en medio.

Esto es un error de escritor primerizo. Lo bueno es que para esto, para no cometer este tipo de error, SÍ hay recetas.
para pelear contra la corriente, podría decirte, aunque no vea todavía la costa. Y aunque nunca, nunca, vea la costa. Llevo años en esto, y todavía le debo a esto todos los años que me quedan. ¿O decirte cuál ha sido el nombre con el que nací, darte una señal de identidad anterior a tantos pasaportes falsos y a tantas fronteras atravesadas? ¿Para qué? Tú misma
Ah, vale. Así que era él. Al menos me reubico.
me contaste que entre los indios del Alto Orinoco está prohíbido mencionar a los muertos: ellos sí son sabios, dijiste. No vale la pena. Ni pedirte que me esperes, aunque me muera de las ganas, volveré a buscarte, no dejes de esperarme, nunca, pronto, cuándo:
No sé si está hablando uno solo que se contradice o varios, sinceramente.
volveré y… llegarán otros hombres, ella los amará:
Oye, tronco …¿tú qué quieres, marearme?

Le estabas hablando en segunda persona, le estabas diciendo algo a ella y luego pasa a ser una tercera persona? Alguien me está expulsando del relato.
está certidumbre le pasa por la cabeza como la sombra del ala del pájaro gigante con el que había soñado. Le pasa por la cabeza y le duele. Tramposo, se acusa. Se siente inútil. Todo se hace tan difícil. Irse, ¿es un deber o una estafa? Piensa que será duro partir y duro vivir sin ti: matarte en la memoria, para que no me duelas. ¿Podré? Y ella, como si lo hubiera escuchado pensar, piensa que lo odia porque él podrá…
Vuelta al narrador en tercera. Fail total.

7 comentarios en “Crítica a «Te cuento un cuento de Babalú» de Eduardo Galeano

  1. el juego entre el narrador y lo que cada uno piensa y se dice a si mismo es obvio intencional.. es tan humano que parece error.. pero no lo es.. todos hablamos en nuestras mentes con otros y con nosotros mismos. Las oraciones se mezclan y sin terminar de hablar con nosotros mismos.. hablamos a la otra persona si emitir sonido..

    Este cuento, porque si es cuento, solo que no convencional, te esta conectado como dos personas se separan.

    Las contradicciones de el, son contradicciones tipicas de alguien confundido, que no sabe bien que quiere y que puede o debe..

    1. Gracias por tu comentario, Anónimo.

      En realidad, es muy probable que tengas razón. Que sea un juego intencional y buscado por el autor. De hecho, me gusta mucho esa técnica, el «yo somos muchos» (como lo llama Sanchis Sinisterra). Pero, en mi opinión, no está bien conseguido. Hablo desde mi criterio personal, por supuesto. Y me explico.

      Hay cosas que me chirrían excesivamente y me aportan muy poco. Por ejemplo, al comienzo del relato, el narrador en tercera persona dice que «él sigue dormido» (con lo que, si no está consciente, difícilmente podrá ser el narrador). Al final, sin embargo, el narrador es claramente él. De manera que nos encontramos con un guía extraordinariamente difuso. Que es él, que es ella, que es tercera persona y con capacidad para meterse en las mentes de cada uno.

      Se me puede replicar «¿Está prohibido hacer algo así?». Y desde luego que sí se puede. Pero, insisto que en mi opinión, no está bien conseguido. A mí me expulsa. Me resulta demasiado artificioso para lo que aporta y antinatural. (Lo cual creo que es lo contrario de lo que pretende).

      De todas maneras, no sé cómo has llegado aquí, pero te recomiendo que leas la entrada original (https://luistarrafeta.wordpress.com/2012/01/19/prestigio-ciego/). Esta crítica la puse un poco por petición popular al artículo. Yo el texto lo leí pensando que lo había escrito una amiga (o algún amigo suyo) y pensé que era muy mejorable. Luego supe de quién era y me sorprendí. Pero después de darle unas vueltas creo que si me lo trae un compañero de taller, a él le hubiese tratado con todo el cariño y el respeto, pero me hubiera despachado a gusto con el texto.

      Claro que, obviamente, no hay por qué estar de acuerdo conmigo… ;)

      Un saludo y gracias por compartir tu opinión.

  2. Supongo que si puede llegar a ser un poco confuso. Acabo de leer el cuento, y de todas maneras, creo que es intencional. A mi, al contrario de tu experiencia, me dio un sentido de choques de pensamientos, de ideas y de palabras, pero que de ninguna manera hacían antinatural la lectura. Era mas bien como una bruma casi difusa, de la que se puede observar claramente cuando se acerca. Era como un remolino de sentimientos, que hacían a ese final esperable, al fin al cabo, un buen cuento. Digo, me encantó esta técnica, en la que, puede llegar a haber algunos errores, como ciertas comas, de todas maneras, este es mi pensamiento: un tipo como Galeano no creo que no revise minuciosamente sus textos antes de publicarlos, por su puesto. En la entrevista con Victor Hugo, (que esta en youtube), en la publicación de su libro «Los hijos de los días», menciona que escribió ese libro once veces. Aunque esta es simplemente mi opinión.
    Saludos!

    1. «Otro Anónimo», me parece perfectamente respetable tu criterio. Como veo que has leído lo que contestaba al anterior comentario y, básicamente, sigo pensando lo mismo, croe que no tiene mucho sentido que me repita. :)

      Sin lugar a dudas, Galeano es un profesional altamente cualificado. Repasará sus textos y los trabajará. Y bravo por ello. Pero eso no significa, necesariamente, que todas sus decisiones sean las mejores. Y muchísimo menos aún, que yo tenga que ser «su público». Hay mucha gente por ahí, con sensibilidad y criterio, a quienes Galeano les encanta. Y qué suerte para él y para ellos haberse encontrado. A mí, personalmente, este texto en concreto no me convenció.

      Por cierto que la técnica ésta en concreto me parece interesantísima. Pero creo que puede utilizarse muchísimo mejor. A mí me parece extraordinario, por ejemplo, este texto de David Foster Wallace, «Encarnaciones de niños quemados»:
      http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2011/12/david-foster-wallace-encarnaciones-de.html#.U9daGfl_tQF

      Te advierto desde ya que es un texto muy angustioso. Jodido de leer. A mí se me quedó muy mal cuerpo. Pero a pesar de todo, he vuelto a él varias veces. Porque hay mucha maestría que aprender de ahí. Ojalá lo «disfrutes», pero bajo tu responsabilidad, ¿eh? El que avisa… ;)

  3. Muchas gracias!

    Efectivamente, nunca tuve el texto completo. Me lo enviaron en un archivo Word al correo electrónico (es lo que contaba en la entrada original). Lo que leí estaba mutilado y mucha de la extrañeza y de la inconsistencia venía de ahí. Me gusta más el texto completo, la verdad. Aunque es verdad que pierde algo del lirismo onírico ese del texto que me mandaron inicialmente. Sale a cuenta, en cualquier caso. ;)

    Gracias por tenerme en cuenta, bien visto!

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