Hazte una pregunta que no sepas responder

Qué vergüenza.

No recuerdo, ni he sido capaz de localizar, quién dijo esta frase o una muy parecida*:

Cuando vayas a empezar una trabajo creativo, hazte una pregunta que no puedas responder.

Tiene mucha miga esto, ¿no?

Al menos, en mi experiencia, en el mundo del arte, de lo que está vivo, de lo que es honesto… excesivas certezas o bien me aburren -en alguna medida-, o bien me hacen desconfiar. Pueden hacerse cosas valiosas, no digo que no, cuando se tiene un mensaje claro que transmitir. Pero hay que saber que, en ese caso, se tratará sólo de estética, de opinión, proselitismo o divulgación. Serán más o menos interesantes, pero …¿hasta qué punto será arte?

Acabo de entender que, por eso, muchos de los textos que publico en este mismo blog se me hacen pronto insatisfactorios. Porque me pongo pedagógico o, directamente, chapas. Y me niego a escribir sólo para eso, para difundir lo ya resuelto. Porque lo valioso es compartir la experiencia del resolver. Meterse en jaleos de los que uno no está seguro de si sabrá salir. Así que, si realizas actividades creativas, tal vez deberías plantearte en estos términos tu «obra» -la que sea- si notas que estás trabajando en algo «sin alma»: ¿Estoy enunciando o estoy descubriendo?

Lo que nos mola, como espectadores, son los problemas. Cualquiera que sepa un poco de narratividad sabe que ninguna historia tiene interés si no hay conflictos. ¿Y qué mejor conflicto que ver al propio creador intentando llevarse más lejos? Una vuelta más de tuerca y convertir a la obra en el propio proceso de descubrimiento. Sin conducción. Sin resultados preestablecidos. Como el músico de jazz en permanente búsqueda de la próxima nota, si es que llega. Como el humorista obligado a improvisar en escena, entre risas o carraspeos. Como el funambulista ciego. Y el abismo.

Quizá haya un momento último de revelación. Quizá sólo quede la duda. Pero es seguro que hace bien salir de los caminos trillados de las propias certezas y aventurarse en lo que te hace sentir inseguro, a prueba, vulnerable o ridículo.

Los riesgos son absolutos, pero… ¿no es lo que hace que todo esto merezca la pena?

¿Sabéis? Empiezo a estar demasiado de acuerdo conmigo mismo.

Mejor me aplico el cuento y no os aburro más… :)

*Si alguien lo sabe, por favor, que me lo ponga en los comentarios y actualizaré la entrada.

4 comentarios en “Hazte una pregunta que no sepas responder

  1. Hola primo, yo tengo tres «obras» que efectivamente, son absolutamente una interrogación ¿Acaso las personas no somos imprevisibles? Lo más imprevisible del mundo, pienso yo… No crees que de la chapa que nos puedes meter hoy, convencido de algo, mañana puedes no estarlo, y eso que hoy enuncias como certeza no es más que una parte del camino a ese descubrimiento, que cuando parece que llegas… se aleja?

    1. Está claro que somos imprevisibles a medio y largo plazo (a menudo, también a corto) y por eso la vida de la mayoría de la gente es, potencialmente, una obra maestra.

      En un caso como el que comentas, en el que una certeza pasa a duda y de ahí a descubrimiento …entonces estoy seguro que ese proceso da lugar a una obra muchísimo más interesante que la que había en la certeza inicial. ¿No crees? ;)

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